La disminución de poblaciones de abejas en el mundo y la posibilidad de que se extingan por el uso indiscriminado de agroquímicos, pesticidas, herbicidas e incluso, por el calentamiento global, constituiría un “desastre” ambiental que comprometería la vida humana, de acuerdo con organizaciones ambientales y académicos.

“Las abejas son polinizadores que se encargan de recoger el néctar y fecundar diversas especies de flores. Ayudan al desarrollo de las plantas. Cuando el polinizador se extingue, disminuye esa polinización y esto puede repercutir en especies de flores, plantas y animales.

“Si se diera la extinción de las abejas, repercutiría en todo el medio ambiente, afectando plantas, árboles, el ciclo hídrico, la generación de oxígeno. Quedaría comprometida la vida humana”, indicó Elizabeth Fierro Rabanales, quien cursa un Doctorado en el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), unidad Tapachula, Chiapas.

En entrevista con EL UNIVERSAL, la especialista confirma que existe un desorden que mantiene en colapso a las poblaciones de abejas en Europa y Estados Unidos, que están perdiendo grandes cantidades de polinizadores, en buena medida por el uso de insecticidas, plaguicidas y herbicidas.

“Hay estudios que advierten que los insecticidas que contienen neonicotinoides para que los cultivos crezcan sin plagas, afectan a las abejas.

El producto es aplicado directamente a la planta o si no ya viene en la semilla (transgénica); la abeja al ir a alimentarse de la planta lo consume y daña su organismo.

“Muchos de los insecticidas afectan su comportamiento porque atacan su sistema nervioso, alterando su conducta. Cuando una abeja sale en busca de alimento se pone en contacto con estos insecticidas y muchas veces se pierde, ya no puede regresar y muere.

Cada obrera se desorienta, no vuelve y el nido comienza a decaer, hasta perderse también”, explicó.

Fierro Rabanales detalló que en el caso de la agricultura, que echa mano de una gran variedad de productos como fertilizantes, herbicidas e insecticidas, que no van dirigidos expresamente a eliminar insectos “benéficos”, sino plagas, terminan afectando a los polinizadores.

En México el colapso de las abejas no se ha presentado aún con la misma intensidad que en el antiguo continente; sin embargo, estos animalitos productores de miel están en riesgo por las mismas circunstancias.

Además del uso de agroquímicos y de la siembra de soya transgénica, que requiere de la utilización de químicos que alteran su sentido de orientación, el cambio climático está haciendo lo suyo.

“El aumento de la temperatura está amenazando a las poblaciones de abejas. Hay algunas especies de polinizadores que resistirán los cambios drásticos de la temperatura, si ésta se eleva hasta 4 grados Centígrados. Pero el resto desaparecerá”, señala la especialista, quien asume que un privilegio, que nos parece tan cotidiano, como lo es llevar miel a la mesa de los hogares, podría desaparecer con “las damas de la miel”.

Las damas de la miel. 

En la Península de Yucatán habita un peculiar tipo de abeja. Es la abeja maya o abeja sin aguijón. Su nombre científico es Melipona beecheii, pero en los mayas la conocen como Xunaan Kab, que significa “La dama de la miel”.

El vocablo “Kab”, significa “mundo”, “pueblo”, “región”, “fuerza”, “tierra”, “país”, “abeja” y “miel”. Xunan, se traduce como “señora” o “dama”.

Carlos Chablé Mendoza, cronista del municipio de Felipe Carrillo Puerto, en el sur de Quintana Roo, escribió que la isla de Cozumel era conocida por los antiguos mayas como “el país de las abejas”, al igual que Cobá, cuidada por Nojoch báalam, el gran jaguar que devora a quienes intentan dañar a las colmenas.  Chablé Mendoza ubica también al Báalam kaab o “gran jaguar abeja”, reina de la colmena.

“Las abejas son símbolo de fertilidad y abundancia, por eso en las ceremonias sagradas se bebe el báalche, un vino hecho con la corteza del árbol del mismo nombre y miel del país o de Xunáan kaab”, redactó.

La melipona es una de las más de 20 mil especies de abejas que existen en el mundo; una de las dos mil que se conocen en México y una de las 200 que viven en la Península de Yucatán.

Un dulce reino perfectamente estructurado Fierro Rabanales explica que la abeja africana es la más estudiada en el mundo; sin embargo, la más productiva es la que se ubica en el continente americano. Las meliponas son las más amigables porque carecen de aguijón y fueron domesticadas por las comunidades mayas.

En la Península de Yucatán existen 46 especies de meliponas. La Melipona beecheii o “Dama de la miel” está catalogada como en peligro de extinción.

Su sistema de organización es perfecto.

Cada colonia de abejas está constituida por 200 a 500 de ellas. La abeja reina es dueña absoluta del destino de la colonia.

Las obreras son las encargadas de salir a buscar el alimento; las soldados, cuidan y monitorean la entrada y salida de cada abeja y alertan sobre la presencia de ‘enemigos’; las nodrizas, cuidan a las crías de la reina.

Los zánganos, son los que la fecundan   Cuando la reina está lista para ser fecundada, desprende una feromona que atrae a los zánganos, cuya única labor es “atender” sexualmente a la “dama”.

Al nacer sus descendientes, la reina elige a su sucesora; la nodriza la identifica y las soldados la custodian en una celda especial. La sucesora recibe un tipo de alimentación especial.

En tanto, las obreras salen a buscar alimento en las flores. Un pequeño grupo se adelanta para ubicarlas y luego vuelven a casa para guiar al resto. Chupan el néctar de las flores y polinizan otras.

Se encargan de producir la cera con la que construyen la colmena. También generan polen.   “Aunque a simple vista no lo vemos, el polinizador tiene un papel crucial para la biodiversidad. Sin abejas quedaría comprometida la vida humana. Sería un desastre”, sostiene.

La importancia de estos polinizadores y su colapso en Europa, llevó a la organización Greenpeace-España a lanzar toda una campaña en su defensa: “Salvemos a las abejas #SOSabejas”, en la que destacan que el 90 por ciento de las plantas silvestres y un tercio de los alimentos que se consumen, dependen de la polinización que realizan estos insectos.

cfe

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