Los Cabos

En noviembre de 2011, el entonces gobernador de Baja California Sur, Marcos Covarrubias, junto con autoridades y empresarios, sonreían mientras colocaban la primera piedra de una de las obras de mayor inversión para el estado y emblemática porque sería la sede oficial de la cumbre del G20 que se realizaría siete meses después, en junio de 2012.

Sin embargo, a casi cuatro años de distancia, el Centro Internacional de Convenciones de Los Cabos, que recibió a la cumbre de líderes del mundo, y en donde se requirió una inversión de al menos mil millones de pesos, es un edificio en ruinas, carcomido por el tiempo y los vientos, especialmente los del huracán Odile.

Es un inmueble en el que ya no lucen los jardines porque se secaron; donde hay vidrios rotos, puertas abiertas, plafones caídos, paredes despintadas, astas oxidadas y sin banderas.

De lo que alguna vez se consideró como uno de sus principales atractivos, un muro verde de 2 mil 38 metros cuadrados de plantas endémicas —calificado como el “más grande del mundo” por la propia constructora—, hoy quedan sólo vegetales deteriorados.

El edificio prácticamente sólo se utilizó para aquella cumbre y nunca fue detonante del turismo de convenciones, como tanto presumieron los gobiernos en turno de los tres niveles.

Desde sus inicios, la obra no estuvo exenta de controversias. Por el proceso de adjudicación directa a Ingenieros Civiles Asociados (ICA), por lo costoso y el poco tiempo para realizarla, solamente siete meses.

Además, a nivel local se reavivó el tema de la edificación del Hospital General de Especialidades, Juan María de Salvatierra, en La Paz, a cargo también de ICA en 2010, y que meses después, la Secretaría de Salud del estado, dio a conocer una larga lista de vicios ocultos.

Finalmente, luego de meses de incertidumbre, la empresa entregó el inmueble el 1 de junio de 2012, aunque no en su totalidad. Covarrubias señaló entonces que se trataban de “cosas menores”; sin embargo, no quedó tampoco claro si se licitaría a un particular o sería bajo otro esquema. Con todo, la reunión se realizó.

Sin embargo, el 14 de septiembre de 2014 el huracán Odile azotó el puerto de Los Cabos y el edificio también sufrió daños, estimados en 50 millones de pesos. Autoridades señalaron que esto también retrasó el proceso de licitación.

Desde que se entregó, a la fecha, han pasado más de tres años y no ha quedado resuelta su operación. Esto pese a ser un inmueble que costó mil 200 millones pesos y con capacidad para albergar hasta 6 mil 400 personas en tres salas de exposiciones, siete salas de convenciones, área de servicios, jardines, entre otros.

Representantes del sector turístico han advertido que es un inmueble que prácticamente no se ha utilizado, salvo contadas ocasiones, incluyendo el G20.

“Han sido eventos informales en los cuales se ha abierto en renta casi gratuita para darle un poco de movimiento, pero ni los hoteleros lo hemos podido promover porque no sabemos qué va a pasar con él”, afirma Juan Carlos del Río, presidente de la Asociación Mexicana de Agentes de Viajes en Los Cabos.

Una iniciativa similar se desarrolla en La Paz, Baja California Sur, en donde se construye un Centro de Convenciones, cuyos trabajos iniciaron en noviembre de 2012, y para el que se estima una inversión de 400 millones de pesos.

Fueron inauguradas ya dos etapas. Dispone de dos salones, con capacidad para 5 mil 200 personas, cocina, planta de tratamiento y módulos sanitarios. No obstante, según confirmó el recién nombrado secretario de Turismo del estado, Genaro Ruiz, en ninguno de los dos inmuebles se han concluido las reglas de operación, por tanto, éste tampoco se ha utilizado.

La promesa del Pabellón Cultural

Cuando los turistas y residentes avanzan hacia la zona del Pedregal de Cabo San Lucas, una de las más exclusivas del puerto, lo primero que se observa es un gran edificio moderno, obra del despacho Serrano Monjaraz Arquitectos, que pretendía ser uno de los recintos culturales más importantes en el país.

El denominado Pabellón Cultural de la República, Nabor García Aguirre, se construyó dentro del paquete de obras para festejar el Bicentenario de la Independencia. Se concursó en 2008 y se eligió al ganador de entre 11 propuestas, y se proyectó con un costo de 300 millones de pesos a concluir en 2010, fecha que no se cumplió y se entregó un año después, en 2011, en su primera etapa.

El proyecto incluía un teatro al aire libre, salas de exhibición, centro de arte y un Museo de la Biodiversidad que nunca se construyó en una superficie de terreno de 24 mil 275 metros cuadrados. Artistas y funcionarios señalan que el resultado está lejos de lo que se prometió.

El recinto, aunque se vio afectado por Odile, también tiene fallas en la construcción. Protección Civil municipal detectó que le faltaban señalamientos preventivos, así como potenciales riesgos en la construcción, con poca ventilación y salidas de emergencias.

En entrevista, Alán Castro Ruiz, recién nombrado director municipal de Cultura de Los Cabos, informó que el proyecto de entrada no cumplió con la convocatoria ni la maqueta que se presumió por toda la geografía estatal.

Desde su inauguración, en abril de 2011 no se ha convertido en el recinto cultural de talla nacional que se pretendía.

“La intención fue buena, pero no se cumplió. Todos estos años el pabellón se limitó a cumplir como un espacio para graduaciones y no para fortalecer las artes y la cultura”, concluyó.

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