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Las organizaciones criminales relacionadas con el narcotráfico se disputan, desde 2011 a la fecha, el control de diversas regiones del estado de Veracruz para el trasiego de drogas; el cobro de derecho de piso a comerciantes, restauranteros, empresarios e industriales, y para fortalecer la industria del secuestro.

Al finalizar el sexenio de Fidel Herrera Beltrán (2004-2010) —según documentos de inteligencia de dependencias de seguridad, áreas castrenses, navales y de seguridad nacional a los que tuvo acceso EL UNIVERSAL—, el Cártel de Los Zetas mantenía el control absoluto en las siete regiones más importantes de la entidad.

Pero a mediados de 2011 incursionó en la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río (el área turística por excelencia) el grupo delictivo identificado como Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) “con la pretensión de desplazar al grupo Los Zetas del control de la plaza”. A partir de entonces, el mapa delincuencial se modificó.

Con ejecuciones y enfrentamientos armados, los cárteles del Golfo y Jalisco Nueva Generación arrebataron dos regiones y mantienen diezmada la fuerza de Los Zetas en cuatro zonas más. A la par de la incursión de otros grupos delictivos, las fuerzas federales, de manera conjunta con el gobierno estatal, pusieron en marcha el operativo especial de combate a la delincuencia Veracruz Seguro.

Entre sus primeras acciones figura la desaparición de las policías municipales e intermunicipales “que habían sido penetradas” por la delincuencia organizada, según se desprende del informe sobre la evolución del combate a los grupos delictivos del estado de Veracruz.

Las policías intermunicipales de Veracruz-Boca del Río, de Xalapa-Banderilla-Tlalnehuayocan y de Poza Rica-Tiahutlán desaparecieron y sus más de 2 mil agentes fueron despedidos por pérdida de confianza.

La pelea de los grupos criminales y el combate del Estado en su contra, durante 2011 a 2015, ha dejado una estela de sangre con 502 abatidos y la detención de mil 6 personas presuntamente vinculadas con la delincuencia organizada.

“La acción de los cuerpos de seguridad del estado ha propiciado que Los Zetas se encuentren fragmentados y en proceso de extinción”, señalan los informes de áreas estratégicas. Y establecen que el Estado logró recuperar el territorio que estaba en sus manos y encapsuló sus operaciones a reductos muy específicos.

Mapa delincuencial. En 2011, las áreas de inteligencia de distintas dependencias y organismos, como el Consejo Nacional de Seguridad Pública, las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, detectaron la presencia de Los Zetas en las siete regiones principales de Veracruz.

En la zona norte, el antiguo brazo armado del Cártel del Golfo mantenía presencia en Pánuco, El Higo, Tempoal y Tantoyuca, en los límites con Tamaulipas, así como en la zona petrolera de Poza Rica y Papantla.

El poderío de Los Zetas se extendía a la región montañosa y costera de Martínez de la Torre y Vega de Alatorre; a la zona industrial de Córdoba-Orizaba; a la región turística de Veracruz-Boca del Río; a la Cuenca del Papaloapan, con todo y sus zonas agrícolas y ganaderas de Cosamaloapan y en la región petrolera por excelencia de Coatzacoalcos y Minatitlán.

Cuatro años después, la zona conurbada y turística de Veracruz y Boca del Río se sacudió a Los Zetas, pero tiene presencia de integrantes del CJNG, cuyo jefe de plaza —según aparatos de inteligencia— es un hombre apodado El Comandante Chiquito.

El Cártel del Golfo expulsó a Los Zetas y ahora tiene presencia en los municipios del norte (límites con Tamaulipas) de Pánuco, El Higo, Tempoal y Tantoyuca.

Los Zetas, bajo el liderazgo del jefe regional Pascual Sandoval Ortiz, El Picoreta, mantiene bajo su yugo Poza Rica —donde recientemente entró en funciones el Mando Único—, la zona montañosa central de Córdoba y Orizaba, la Cuenca del Papaloapan y el puerto de Coatzacoalcos.

La estructura criminal de ese grupo delincuencial está liderada por El Picoreta, quien es jefe regional de Los Zetas en Veracruz, Tabasco y Chiapas; y sus hombres de confianza El Portafolio y El Pájaro, a quien se identifica como su operador financiero. Como jefes de plaza, los grupos especiales de inteligencia ubican a El 500 o El 512, quien presuntamente domina la región de Palma Sola hasta Tuxpan; y a Darío, alias El Chilero, quien fue escolta del extinto líder de Los Zetas, Heriberto Lazcano, quien tiene bajo su mando Poza Rica.

Aunque Los Zetas tienen presencia en Córdoba y Orizaba, desde hace cuatro meses comenzó una lucha interna que repuntó el número de ejecutados en esa región; hace dos semanas fueron asesinados el jefe de plaza, José Márquez Balderas, El Chichi, y el segundo al mando Felipe Santana Hernández, El Felino.

En esa zona, los reportes de inteligencia dan cuenta que el CJNG y el Cártel de Sinaloa iniciaron una limpieza de líderes zetas.

Las fuerzas del estado también han dado importantes golpes a ese grupo criminal. Hasta el momento, se contabilizan 45 jefes de plaza y 13 operadores financieros detenidos, así como 16 jefes de plaza muertos.

En total, suman cuatro años de una lucha para expulsar a los violentos zetas de tierra veracruzana, grupo delictivo que en el sexenio pasado operó de manera impune.

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