Veracruz

Son una flota de guerreros mexicanos que surcan los mares. Con nombres de héroes nacionales y de gran significado indígena, una flotilla de buques de gran calado son el motor de la nación.

Encabezados por el buque Burgos, el de mayor antigüedad, un total de 17 embarcaciones tipo cisterna navegan por las aguas del Golfo de México (8) y del Pacífico (9), con el fin de llevar a todos los rincones de México el combustible que utiliza desde el automóvil más pequeño, hasta la industria y el comercio.

Las naves de la Gerencia de Operación Marítima y Portuaria de Petróleos Mexicanos (Pemex-Refinación) transportan 30% de la base octano, cope, diesel, gasóleo, gasolina Magna y Premium, y la turbosina del país.

Son operadas por un ejército de hombres y mujeres, quienes en muchos casos, han sacrificado momentos importantes de su vida, como estar ausentes en el nacimiento y cumpleaños de sus hijos, no poder despedirse cuando parte un ser querido.

Uno de ellos es Jerónimo Alfredo Michel Castillo, jefe de máquinas del buque Burgos, quien reconoce que la vida del marino es sufrida, abnegada y triste, porque pasan más tiempo en la embarcación, que en su hogar y con su familia.

“Aquí en el barco, la amistad es como un matrimonio, a veces nos enojamos y nos peleamos pero siempre llegamos a un buen término”, suelta con picardía el hombre que tiene bajo su responsabilidad el funcionamiento de todos los sistemas.

En el mero corazón de la embarcación, donde el calor hace sudar a mares, este experto egresado de la Escuela Náutica de Tampico, es consciente que de su trabajo depende que miles de personas puedan transportarse.

“Nosotros tenemos una gran responsabilidad”, asegura de manera orgullosa, mientras revisa los seis cilindros de la enorme máquina.

Como Jerónimo, decenas de especialistas se parten el alma en los buques tanque Centenario, Ignacio Allende, José María Morelos II, Mariano Abasolo, Tampico, Vicente Guerrero II, Citlaltépetl II, Bicentenario, Calakmul, Centla, Chicontepec, Jaguaroundi, Kukulcán, Miguel Hidalgo II, Rarámuri y en el Texistepec.

“Sin nosotros, muchas regiones se paralizarían, a muchas regiones no alcanzamos a llegar por vía ducto o por vía terrestre, sería demasiado lento y perderíamos posición”, explica el gerente de Operación Marítima y Portuaria de Pemex-Refinación, Julio César Alcázar.

El funcionario federal reconoce que regularmente la ciudadanía desconoce el enorme esfuerzo y el gran mecanismo de logística que se requiere para garantizar el suministro y poder llegar hasta la gasolinera más distante en el país.

“Es un gran esfuerzo marítimo, de ductos, terrestre, es muy valeroso; sin embargo no se nota, pero lo hacemos con gusto”, agrega en entrevista con EL UNIVERSAL a bordo del buque Burgos, el cual se encuentra descargando en el puerto de Veracruz.

El promedio de volumen al año, entre todos los barcos, es de 112 millones de barriles en ambos litorales en 15 puertos y terminales de Pemex.

En el Golfo de México, la principal terminal es Pajaritos, en el puerto veracruzano de Coatzacoalcos; le sigue Madero en Tamaulipas; Tuxpan, Veracruz con el mayor volumen de importaciones; Lerma en Campeche; y Progreso en Yucatán

Del lado del Pacífico, la terminal de mayor importancia es Salina Cruz, Oaxaca, donde se recibe producto del ducto transístmico y de la refinería, por lo que se exporta a Asia, Sudamérica y Norteamérica; los buques también atracan en Lázaro Cárdenas, Acapulco, Manzanillo, Mazatlán, Topolobampo, La Paz y Rosarito.

El mayor orgullo de la flota es —en principio— el Burgos, por ser el que más años de servicio ha ofrecido a Pemex; de ahí le siguen seis nuevas embarcaciones adquiridas en 2013 en un astillero de Corea del Sur.

“Son suficientes para el abasto a nivel nacional, pero con la nueva visión de Pemex, con la reforma energética, podemos ir más allá de fronteras y surcar diferentes océanos”, asegura.

Incluso ya trabajan en ello, pues dio a conocer que ya están en proceso de construcción 16 nuevas embarcaciones menores con una inversión de poco más de 200 millones de euros, los cuales están siendo edificados en astilleros de la Secretaría de Marina y en empresas privadas.

Se trata de siete remolcadores Azimutal, cuyo costo es de 49 millones de euros; de tres abastecedores por 56 millones de la moneda europea; y de nueve denominados cicloidal con un costo de 97 millones de euros.

Pero sin el capital humano nada podrían hacer. Fredy Car, egresado de la Escuela Náutica de Veracruz, tiene dos años siendo el capitán del Burgos, el enorme buque tanque con capacidad para transportar 267 mil barriles de seis productos diferentes.

“Lo que más nos gusta es el placer de poder llevar el producto de un lugar a otro y abastecer el país… sino llegamos, no se mueve nadie”, afirma el joven capitán que tiene bajo su mando un “animal” marino de 25 mil 400 toneladas de peso bruto, con un calado de 11 metros, eslora de 175 metros y una manga de 31 metros.

Con pasión en sus palabras, Car asegura que es una experiencia muy grande poder navegar, lo cual lo llena de orgullo, pues además cuenta con una embarcación con sistemas de primer mundo, como planta de gas inerte para bajar el oxígeno a menos de 5% y evitar un accidente.

Casado y con dos hijas de nueve y dos años, afirma que su familia lo ve siempre con orgullo porque se trata —asegura— de un trabajo especial y muy importante para todo México.

“Hay mitos sobre el marino, pero ahora es diferente, es una persona más estudiada, con muchos compromisos tanto laborales como sociales”, reitera mientras espera que su carga sea vaciada para emprender nuevamente su viaje por el mar.

Porque a los marinos, asevera el gerente de Pemex y también capitán, Julio César Alcázar, les gusta observar el mar, ese vínculo con el cielo.

“Es esa tranquilidad que te da surcar el mar y cuando está tranquilo, ver el cielo tan estrellado, lo que te da paz, te sientes muy allegado y apegado y te das cuenta de lo infinito que es el universo y lo frágil que es la vida”.

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