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“Son siete años en los que estoy muerta en vida. Siete años en los que yo no puedo ser feliz, yo no puedo estar bien sin saber si ella come, dónde duerme, quién la tiene”.

El lunes 4 de agosto de 2008, Luz del Carmen Flores perdió a su ser más amado: su hija Angélica, a la que ha buscado desde entonces día tras día, sin descansar un solo momento, arriesgando su propia vida, enfrentando amenazas de grupos criminales y hasta la indolencia de funcionarios de gobierno.

“Yo sé que está viva, pero no es nada más una corazonada, hay mucha gente que la ha visto y he ido a cada uno de esos lugares, sin embargo los que la tienen se la llevan cuando ven que ya estoy cerca”.

En este tiempo doña Carmen ha ingresado a bares, burdeles, hoteles de paso, zonas de tolerancia, armada sólo con su fe en Dios y la esperanza de localizar a Angélica, sin compañía de autoridades y si acaso de la mano de otras madres que también buscan a sus hijas desaparecidas.

Sentada en la misma banca en la que solía esperar a su hija, ubicada en la plaza del monumento a Benito Juárez, justo frente a un mural con el rostro de la joven que pintó un artista urbano, relata que aquella mañana Angélica fue al sector centro de esta frontera a pedir trabajo en una tienda de ropa.

“Salió a llevar a una solicitud a las 9:00, cuatro horas después el esposo me habló para preguntar por ella y comenzamos a buscarla. No la quería reportar a la policía porque me negaba a que estuviera desaparecida, fue hasta en la noche cuando pusimos la denuncia”.

La primera vez que alguien vio a Angélica tras su desaparición fue dos años después, en la ciudad de Chihuahua. Carmen recibió una llamada de un conocido de la familia, quien le dijo que la encontró en la zona de tolerancia, pero él no sabía que estaba reportada, por lo que la mujer viajó a la capital y durante 15 días, con una fotografía en mano, estuvo buscándola; varias personas le confirmaron que la habían visto.

“Andaba con un hombre y otras cuatro muchachas, pero se dieron cuenta que los andaba buscando y ya nadie supo de ellos. Fui a fiscalía, mandaron agentes desde Juárez y tampoco encontraron nada”.

Al ingresar a lugares peligrosos ha sido testigo de diversos hechos violentos como levantones, balaceras, riñas, “apuñalados”, y además recibió amenazas, que ella atribuye a los grupos dedicados a explotar mujeres en esta ciudad.

Hace menos de un año unas personas que buscaban a otra joven la vieron en un bar y se acercaron, una de ellas fingió caerse a su lado y le sacó un poco de platica, luego le pidieron tomarse una foto “de recuerdo”, pero Angélica se negó y el hombre que la acompañaba de inmediato le dijo que se fueran.

“La veían en el centro de Juárez, dicen que la traía El Güero, he ido cientos de veces a buscarla”.

En una ocasión un hombre se le acercó y le dijo que lo acompañara al hotel Verde, que ahí estaba alguien a quien tenía que ver, doña Carmen se negó y el sujeto trató de llevarla por la fuerza, pero ella escapó. Meses después la fiscalía “reventó” el lugar y descubrió una importante red de tratantes de mujeres.

Actualmente hay un juicio contra seis hombres que prostituían en el hotel Verde a jóvenes que habían secuestrado y que luego asesinaban. Se les acusa de 11 homicidios.

“Estuve en ese hotel cuando ya lo habían desmantelado, y sé que ella estuvo encerrada en ese lugar, la pude sentir, uno como madre conoce hasta el olor de sus hijos”.

Junto con un grupo de alrededor de 30 madres de jóvenes desaparecidas, que no pertenecen a ninguna organización, Carmen sigue su búsqueda. Hace unos años realizó manifestaciones y caminatas al lado de Marisela Escobedo, activista que fue asesinada en las puertas del palacio de gobierno de Chihuahua.

En estos años ha recorrido miles de kilómetros a pie para buscar a Angélica, nunca usa un autobús, así sea de noche prefiere ir a pie, cargando una manta con la foto de su hija.

jram

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