Aquí los problemas se pueden potenciar. El ciclo agrícola primavera-verano no floreció y la gente está preocupada: “¡Faltando el agua, nos falta todo!”. Se refieren a trabajo temporal, comida; a sus animales. La sequía descompone la vida. Es el segundo sábado de agosto y apenas llovió hace dos días. Mi Niño, como le llaman a Pedro López, de 74 años de edad, abre las hojas de una de sus milpas y muestra el corazón a sus acompañantes : “¡No hay nada, eso no sirve, niño!”, le dicen del elote que apenas mide cinco centímetros. Los señores también se quejan de la “peor sequía en años”, porque han resembrado hasta tres veces sus tierras. Han reinvertido hasta su último peso.

Casi toda la vida, Pedro ha vivido en Coyuca de Catalán. En su juventud se aventuró como migrante en “el otro lado”, pero su tierra lo llamó; le gusta su pueblo de sólo 300 habitantes, su entorno y su gente, aunque en su territorio, desde hace varios años, haya disputa entre al menos cinco cárteles de la droga; y, además del hambre, tenga que palear el miedo.

Como llovió hace dos días el clima es cálido y fresco. El termómetro marca 37 grados. Los cirianes o cuatecomates —árboles de la región de Tierra Caliente—, cuya copa abundante da sombra a los campos áridos, también refugian a los campesinos que como Mi Niño tuvieron que resembrar sus tierras por la sequía que ha afectado 80% de cultivos de Guerrero, sobre todo de esta zona y parte de la región norte.

Para llegar a Pantoja transcurren cinco horas desde la capital del estado. Los 10 retenes militares que atraviesan la región advierten de los registros de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que colocan a los nueve municipios que conforman el área con las más altas incidencias de homicidios en el estado, como a Acapulco y Chilpancingo.

El primer retén se ubica en Arcelia, a la salida de Ciudad Altamirano, cabecera municipal de Pungarabato; otro en Acapetlahuaya, que conduce a la zona norte; otro en Ixcapuzalco; en Teloloapan; Ixcateopan de Cuauhtémoc; Iguala; Zumpango del Río y Chilpancingo. Aun así, la gente asegura que allí no mandan ni los soldados ni los policías federales.

Esteban Gutiérrez, comisariado ejidal de la comunidad de Pantoja, extiende unas fotocopias con el registro de 57 productores de maíz afectados por el temporal. Todos perdieron la cosecha de su ejido; 118 hectáreas en total, tan sólo en esta localidad, un lugar donde la gente ha visto a líderes de algún grupo criminal tan comúnmente, como a algún familiar tercero.

Las parcelas de maíz en Coyuca de Catalán comparten la misma escasez de agua que uno de los ríos más importante de la entidad que cruza en esa región, el Balsas.
Aunque en algunos casos la semilla de maíz ya echó raíz, en la segunda o tercera resiembra, por cada hectárea que no se da, cada campesino pierde 5 mil pesos en aditamentos o en matar cuiniques —ardillas que sacan el maíz—.

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder), Tierra Caliente es, de las ocho regiones, la más afectada del estado; seguida por la zona norte y la Costa Chica. En total son 18 municipios que suman 46 mil 664 hectáreas siniestradas, entre éstas Ajuchitlán del Progreso, Arcelia, San Miguel Totolapan, Cutzamala, Pungarabato, Tlalchapa, Tlapehuala, Zirándaro y Coyuca. En casi 80 días que lleva el temporal de lluvias sólo ha caído suficiente agua en cinco.

Pérdidas por la sequía

En Tierra Caliente hay casi 240 mil habitantes, de los poco más de 3 millones de todo el estado. De acuerdo con el informe de evaluación Proyecto Estratégico de Producción de Maíz 2014 de la Sagarpa, el cultivo de maíz beneficia a 120 mil familias y genera 20 millones de jornales en el estado, 32 mil de éstos dependen exclusivamente del campo y de su región, además de que se emplean hasta por 200 pesos el día.

Para organizaciones ganaderas y campesinas que iniciaron un movimiento apoyado por varios actores políticos de la región, entre ellos, el titular de la Seder, Rigoberto Acosta, sin el consentimiento de la delegación de la Sagarpa o la Conagua para exigir al gobierno federal que se declare zona de desastre la región, entre menos trabajo haya, mayores posibilidades existen de que los jornales se empleen en actividades ilícitas.

De las 470 mil 830 hectáreas de territorio que se siembran en el estado, en Tierra Caliente se contabilizan 77 mil 383. Se producen 214 mil 898 toneladas de maíz y la región aporta 22% de esta producción a la totalidad del estado.

El ingeniero agrónomo Andrés Calixto, integrante de la mesa directiva de la organización de agrónomos de Tierra Caliente, una de las agrupaciones que participan en el movimiento que busca que se apoye a los productores que perdieron su maíz, explicó que la situación es grave porque es una cadena de afectaciones. No hay maíz para auto consumo, tampoco para la venta y menos como alimento de ganado.

Según sus datos, 33.89% del maíz que se siembra se dedica a la alimentación ganadera, 25.98% a la comercialización y 39.83% al consumo humano. “Necesitamos alrededor de 73 mil toneladas para consumo animal, 56 mil toneladas para venta y 43 mil para la gente”.

Déficit de producción

Hay un déficit de 172 toneladas de producción, sin considerar las pérdidas en ajonjolí y sorgo. La preocupación de los 14 mil ganaderos de la región es alimentar a 308 mil vacas, 5 mil de éstas salen a estados como Michoacán, Estado de México y del norte del país.

Cuauhtémoc Mastache, presidente de la organización ganadera de ciudad Altamirano, que agrupa a 200 dueños de reses, afirma que si no llueve dejarán de tener follaje y las vacas que daban en 80 pesos el kilo empezarán a devaluarse hasta los 35 o 25 pesos. Una vaca de engorda puede superar los 400 kilos, pero en estas condiciones han adelgazado hasta 100 kilos. Con la situación actual tampoco habrá dinero para contratar gente.

Necesitan un millón 516 mil 900 toneladas de forraje para que sus vacas estén bien alimentadas y no sean vulnerables a enfermedades simples como un ataque de garrapatas, pero no hay ni la mitad de pasto.

Pequeños productores en Pantoja, San Fernando, El Timbre y otras comunidades de Coyuca dicen que “me estoy comprando otra vez la vaca” porque pagan hasta 80 pesos el kilo de avena para alimentarlas. El camino será vender su ganado y vivir de eso, por un tiempo. Se quejan de que no hay apoyos y la carne ya alcanza los 150 pesos. Prevén que en tres meses el problema aumente.

Las señoras de Pantoja piden apoyo para sus “guaches”, porque al final de cuentas ellos salen perdiendo, “¿Qué será de su futuro?”, expresa Josefina Suazo, quien afirma que con los apoyos de Oportunidades y lo poco que ganan vendiendo servilletas o donas, no les va alcanzar.

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