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Monterrey.— La refinería Héctor R. Lara Sosa de Petróleos Mexicanos (Pemex) en Cadereyta Jiménez, Nuevo León, arroja agua contaminada con desechos petrolíferos al río San Juan a través de una acequia por la que atraviesa ganado vacuno.

EL UNIVERSAL recorrió la zona y se encontró que a la altura del kilómetro 38.5 de la carretera Monterrey-Reynosa, una porción del río San Juan se ha teñido de color verde y huele a petróleo crudo y gasolina.

Dichas aguas son alimentadas por la planta tratadora de Pemex que se encuentra dentro de las instalaciones de la refinería, a unos 200 metros al oriente de la planta.

José Manuel Guerrero Noyola, sacerdote de la parroquia Nuestra Señora de la Merced de la comunidad de San Juan, en el mismo municipio, explicó que de acuerdo con versiones recabadas entre trabajadores de la empresa y residentes de la zona, el agua contaminada proviene de la planta tratadora de Pemex.

“Es agua que utiliza Pemex en sus procesos, la contamina, la manda a la planta tratadora, la reusa y luego ya no la manda a la tratadora”, expresó el sacerdote, quien agregó que hace unos días acudieron biólogos y ambientalistas para analizar el agua, por lo que esperan que el próximo 14 de agosto entreguen un informe científico sobre los componentes del mencionado líquido verdoso.

“Aquí lo que visualizamos es que esta agua contaminada, sucia, donde hay residuos de petróleo, proviene de la planta tratadora, la están soltando de manera permanente a la acequia que va al río San Juan”, dijo el párroco que apoyó a las comunidades afectadas por el derrame de crudo del 16 de agosto de 2014, ocasionado presuntamente por una toma clandestina en un ducto de la empresa.

Guerrero Noyola expresó que lo grave de este problema es que si esta agua está cayendo al río San Juan, afecta a toda la zona oriente de la refinería con rumbo a Reynosa; pero al llegar a la presa El Cuchillo, se regresa la contaminación a la zona metropolitana de Monterrey, para el uso doméstico.

A diferencia del derrame del 16 de agosto de 2014, que contaminó kilómetros de acequias y el cauce del río San Juan y que Pemex atribuyó a una toma clandestina de la delincuencia organizada, en este caso, dijo Guerrero, “aquí no hay ningún derrame, ningún problema de ordeña, aquí es una contaminación directa de Pemex por una falta de control en los sistemas de tratamiento”.

Señaló que hasta hace unos dos años, el agua salía más limpia, cuando la planta tratadora, que tiene una capacidad para 600 litros por segundo, era manejada por la empresa Atlatec encargada del diseño, construcción, financiamiento y operación desde 1998, a través del sistema biológico, terciario, osmosis inversa y digestión de lodos.

Sin embargo, a partir de que el manejo de la planta quedó en manos de trabajadores de Pemex, se empezaron a notar problemas de contaminación y el fuerte olor a gasolina.

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