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En tres décadas que lleva en el mercado nacional, la películas en formato casero (Home Enterteinment) han sido testigo de la evolución digital y del cambio en los hábitos de consumo.

Hoy, en plena era del Internet, se habla de streaming, descargas digitales y visualizaciones online. Cada vez menos se utilizan términos como comprar o rentar.

Hace cinco años y como antecedente de la nueva era del entretenimiento Blockbuster —cadena estadounidense dedicada a alquilar películas— se dijo en bancarrota, debido a sus pérdidas millonarias reportadas desde el 2000.

En México, la marca —propiedad de Grupo Salinas— siguió operando hasta el año pasado cuando pasó de su concepto de renta de películas a venta de productos electrónicos, bajo el concepto The B Store.

Para Raúl Bravo, vicepresidente de Sony Home Entertainment, el mercado de alquiler de películas en México quebró porque al igual que en Estados Unidos y otras partes del mundo, no supo adaptarse a las necesidades del consumidor.

“El mercado de renta comenzó a verse mermado porque aunque prefiere rentar que comprar porque es más barato y aun cuando a la gente le gustaba ir a rentar y ver con qué se encontraba, el gran problema siempre era regresar las películas; se empezó a volver una pesadilla para el consumidor por el recargo que generaba no entregar en tiempo y ahí fue donde la venta de físicos creció, pero con ello también la piratería”.

La revolución digital, explica, ha hecho creer al espectador que una plataforma en streaming —Netflix, ClaroVideo, Blim , etc.— le dará todo lo que necesita, sin la necesidad de requerir de un material físico —DVD/Blu-ray— o digital —descarga o renta online—, lo cual no necesariamente sea del todo cierto.

“Los servicios de suscripción es lo que más está creciendo hoy en día porque es una oferta bastante amplia a un costo sumamente atractivo. Se cree que Netflix tiene un inmenso catálogo pero no es cierto, pues su capacidad de almacenamiento no es tan basta; un ejemplo es que Netflix tiene 150 películas de Paramount cuando el catálogo que se tiene en físico es de mil 500 (tiene sólo el 10%). Tiene lo mejor en términos comerciales, pero jamás se comparará con el catalogo en físico”.

Eso hace creer a Bravo que la vida del físico aún sea larga —estima que mínimo 10 años más—, pero no por eso ignoran la parte digital.

Constantemente hacen campañas para apoyar la venta o renta de su material en plataformas online, pues, dice, están adaptándose a la nueva era, al igual que hace unas décadas pasó con el disco físico.

“Le quedan muchos años porque al final del día, no creemos que vaya a desaparecer. Nos está pasando lo que al disco hace 10 años, cuando todos decían que iba a desaparecer y que las disqueras también, pensaban que la industria desaparecería, pero aprendió a convivir con el mundo digital”.

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