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Pese a que los personajes de la obra Una luna para los malnacidos, dan la impresión de ser rudos y malvados, lo que en verdad ocultan es vulnerabilidad y un deseo de redención.

Es algo que el autor Eugene O’Neill trató de dar con este texto, según explicó el director Mario Espinosa.

“Eugene O’Neill antes de morir quiso hacer una obra para reconciliarse con su hermano mayor, porque 20 años antes éste muere de cirrosis y el autor no va a verlo.

“Era un tipo rudo, entonces el hermano muere solo, así que él escribe sobre este caso pero le da a ese hermano una salida de este mundo más digna de la que tuvo”, explicó.

Espinosa señaló que esta obra y otra titulada Un largo viaje del día hacía la noche son autobiográficas, pero no porque hable directamente sobre la vida del autor, sino porque están involucradas con gente cercana.

Patricio Castillo, David Hevia, Alaciel Molas y José Juan Sánchez, se encargan de poner en el escenario la historia Jim Tyrone, un actor de tercera, alcohólico, pero con un padre rico, que se relaciona con el granjero Phil Hogan y su hija Josie, quienes darán un giro a su vida cuando el rumor de la venta de su granja desata una serie de sucesos inesperados.

“Estamos acostumbrados a que se ponga énfasis en los que ganan, pero la gran mayoría de la gente lucha por hacer su vida y ésta no necesariamente está llena de reflectores, entonces cuando vas a lo esencial de la vida te enfrentas a los mismos problemas, vivimos en una sociedad que impone muchas cosas y la mayoría de ellas no nos gustan, pero tenemos que estar bajo es imposición”.

La obra se estrenó la noche del viernes en el Foro Lucerna. “Es una historia agridulce”, finalizó.

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