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De niña Mónica iba al circo y disfrutaba de los payasos, las palomitas, las luces, pero, sobre todo, los animales que de otro modo era imposible conocer. Años después, las terceras llamadas, la ropa de lentejuelas, los tigres, los leones, las jirafas y el aplauso se volverían parte de su vida. Serían su trabajo.

Fue amor a primera vista, dice, cuando recuerda cómo dejó la televisión por el circo. Al programa que ella conducía en Monterrey (a mediados de los 90) llegó Ricardo Aguilar con un canguro para promocionar el Circo Hermanos Aguilar del Canguro Boxeador.

Al terminar la entrevista, él quiso quedarse en el estudio. En 2001, Mónica Pérez había dejado su carrera de conductora para casarse con Ricardo e iniciar una vida ambulante con ese circo que luego cambió su nombre a Circo Chino de Pekín. Además del amor encontró una nueva vocación que desempeñaría los 14 años siguientes: domadora de jirafas.

“Yo no fui quien le enseñó a ellas, ellas fueron quienes me enseñaron a trabajar a mí”, dice refiriéndose a George, el cuadrúpedo con el que aprendió el número “Las Jirafas Inteligentes”. Luego trabajó con Alejandro (jirafa bebé que aprendió el espectáculo con sólo ver a sus compañeras), así como con Barbie, Candy y Paulina.

De las últimos cuatro se despidió en 2015 ya que el circo las vendió tras el decreto del Diario Oficial de la Federación el 9 de enero de 2015 que estableció 6 meses para que los circos retiraran sus animales de los shows.

“No sabes cómo se siente oír el número que iba antes que el tuyo pero el tuyo ya no”, cuenta en tono serio. Al teléfono también se oye una voz infantil que grita: “¡Yo también los extraño!”. Es Daniela, su hija menor que desde pequeña comenzó a decir que quería hacer lo mismo que su mamá. Incluso ayudaba a alimentarlas dándoles galletas Marías (porque si hay algo que les gusta a estos animales, dice, son las galletas Marías y el pan Bimbo).

“Ahora las jirafas viven juntas, no las quisimos separar porque iban a estar tristes. De por sí separarlos de la vida del circo es difícil, pero el lugar en el que están está muy bonito porque es un zoológico particular y el señor que las compró tiene más jirafas”.

Aunque no quiso decir el monto por el que las vendieron, señaló que el costo aproximado de una puede rondar los 80 mil dólares. En el mismo lapso de tiempo el circo vendió seis caballos Gypsy de Inglaterra.

El 19 de marzo pasado el Circo Chino de Pekín dejó este nombre e hizo su debut en Estados Unidos como Circo Hermanos Aguilar. Sus demás animales quedaron varados en el Estado de México ante la imposibilidad de trasladarlos al país vecino, donde tampoco tuvieron mucho éxito, algo que Mónica atribuye a la campaña que emprendió del Partido Verde Ecologista contra el uso de animales en circos.

“Hasta en las salas de cine, yo pagaba un boleto para ver una película y tenía que chutarme un spot en mi contra, mis hijos gritaban: ‘¡No es cierto mamá!’”. Mónica niega que hubiera maltrato en su circo y presume que los suyos eran de los mejor cuidados.

Tras regresar a México se despidieron de sus animales, a algunos los vendieron y otros se fueron al zoológico privado de Tizayuca propiedad de los cirqueros y en donde se resguardan los animales de cerca de 10 familias cirqueras, entre ellos los del Circo Hermanos Cedeño. El circo de la familia de Mónica está cerrado actualmente pero cuentan con otro negocio: La Gran Carpa, donde debutaron en noviembre con el musical Blancanieves de la mano de Irán Castillo e Ivonne Montero.

Ya sin su trabajo de domadora de jirafas, Mónica se emplea en esa misma empresa en labores administrativas mientras espera reabrir el circo.

Respecto a la ley, opina: “No está bien hecha. Si te importan los animales, vete primero contra las matanzas de toros, las peleas de gallos, la charrería, las peleas de perros. Antes de que llegues al circo tienes que quitar lo que está delante y no contra este sector que es de los más nobles”. Y es que uno de sus deseos es volver a tener a sus jirafas, vestirse y salir nuevamente al escenario ante el aplauso del público.

Las casi 200 familias cirqueras que no pudieron resguardar sus animales en el zoológico particular o en algunos otros decidieron venderlos. De los casi 20 amparos interpuestos por las familias, sólo cuatro fueron aceptados definitivamente, es decir, que podrán usar sus animales y seis fueron aceptados temporalmente, todos en los estados de Oaxaca, Veracruz y San Luis Potosí. Este año la Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circos dirigida por Armando Cedeño continuará con sus demandas.

Batalla que ganó Animanaturalis. La idea de un circo sin animales cobró fuerza el 25 noviembre de 2013 con la campaña de la organización no gubernamental Animanaturalis “Yo quiero un circo sin animales”, a la que se unieron actores como Eugenio Derbez, Rebecca de Alba y Kate del Castillo. El trabajo de la organización ha estado ligado estrechamente con el PVEM.

La fundadora de Animanaturalis México, Leonora Esquivel, dijo a EL UNIVERSAL que en 2009 ya habían trabajado con partidos políticos para buscar esta prohibición sin éxito, por lo que su organización fungió como plataforma para poder realizarla.

“El tema de los toros siempre ha sido el más complicado por los grandes intereses económicos y políticos. Mucha gente pregunta ¿por qué circos, por qué toros, por qué no otros espectáculos? Lo que hicimos fue elegir una batalla donde se pudiera ganar. En los toros las encuestas nos reflejan que la sociedad está lista para este tipo de prohibición, sin embargo no se da el apoyo de un partido ni económico”.

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