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El ambiente es casi claustrofóbico, no hay una ventana por donde pase luz natural a la habitación y sólo hay unos cuantos muebles como compañía, y en un rincón está Paulina, sin libertad o voluntad preguntándose cuál es el sentido de lo que está viviendo y dudando de sus sentimientos hacía su captor.

La puesta en escena Amores de Estocolmo es así: inquietante, incómoda, pero a la vez atrapa al espectador quien atento espera el desenlace de esta historia escrita y dirigida por Luis Koellar.

“No es un secuestro que sea por dinero, sino por amor, aquí lo interesantes es que ambos personajes entran a un juego psicológico, en donde el público llega a un punto en el cual ya no sabe si realmente ella se está enamorando de él o le hace creer que sí para escaparse”, explicó el autor, quien señaló que al principio este texto estaba pensado para una novela, pero encontró un mejor medio en el teatro.

Quienes llevan el peso de toda la obra, y que ponen en práctica todos sus conocimientos histriónicos para darle la fuerza necesaria a esta trama, son los actores Sergio Morel y Alessandra Pozzo, al prestar su piel a Gonzalo (secuestrador) y Paulina (víctima).

Alessandra explicó que el texto invita a la reflexión por diversas razones, no sólo por abordar un tema tan actual como el secuestro, sino por poner en la mesa otra clase de problemáticas que cualquier persona puede estar pasando y que afecta su día a día.

“No tiene que ser un secuestro, puede secuestrarte la mente, tu corazón o tus emociones, para que te enamores de un hombre que puede convenirte o no, pero que te está manipulando y te tiene secuestrada en todos los niveles”, explicó Alessandra Pozzo.

Fueron muchos los factores que no hicieron tan sencillo el montaje, comenzando por el tono exacto que debía tener la obra y que podría ser shockeante para el público, quien se encuentra a pocos centímetros de distancia de la acción.

“Para no pasarse sobre todo a un melodrama barato, hacerlo muy natural, porque estamos haciendo casi cine en teatro, porque estamos tan cerca y es una actuación tan contenida”, comentó Luis Koellar.

Sobre esto Sergio Morel agregó: “Es el tono, ajustar el lenguaje corporal, el ritmo y el volúmen de la voz a una situación que tiene que parecer cotidiana y que a la gente no le brinque y diga: ‘eso no lo creo’”.
Aún así, Morel aseguró que el trabajo emocional es tal, que terminan cada función agotados físicamente.

El haber llevado este proyecto a un foro como El Incidente, en el cual no caben más de 25 o 30 personas por función, además de permitirle al espectador un experiencia más vívida del teatro, es demostrar que una buena puesta en escena no necesita de grandes presupuestos.

Amores de Estocolmo permanecerá en el Foro El Incidente hasta el próximo 6 de septiembre, con funciones sábado y domingo, y después es muy posible que gire por algunos festivales que su director está aún por confirmar.

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