Mucho se habla de la crisis actual de los headliners en los festivales de música porque su difusión ha cambiado con el auge del Internet y el streaming. El periodista musical Enrique Blanc está de acuerdo con ello y en cómo se ha imposibilitado que los grupos de rock se desarrollen.

“Quizá lo hacen no con la potencia de antes que (las agrupaciones) se cobijaban por multinacionales, ahora se habla de que en los festivales hay cuatro o seis grandes nombres del rock latinoamericano que siguen siendo las cabezas recurrentes: Los Fabulosos Cadillacs, Enrique Bunbury, Zoé, Caifanes y Café Tacvba”.

La importancia que Café Tacvba tiene es que han perdurado por más de 25 años en la industria y van por más. El escritor afirma que a comparación de otros, los nacidos en Satélite no se anclan en el trabajo con repercusión y que todo el tiempo intentan reinventarse, evolucionan y tienen dinamismo.

“Hemos visto crecer a cada uno de estos personajes por su lado y son destacados en otros ámbitos”, dice.

Es por ello que recuerda su creación, cuando la escena nacional buscaba una identidad y propuestas con un sello propio. “En Guadalajara, en aquellos años que presentaron Re, compartieron cartel con La Cuca, que tiene seguidores muy drásticos en sus gustos. Abuchearon a Café Tacvba y los hicieron bajarse del escenario. Después José Fors y Carlos Avilés pidieron calma para que volvieran a salir y eso me llamó la atención. Al final este disco no se entendió del todo en México, su éxito fue en Chile y por eso estaban emocionados que habían hecho un disco interesante; ahora que pasaron veinte años nos damos cuenta la trascendencia tiene para la música contemporánea”, expresó.

Éstas y otras anécdotas las incluye en el libro biográfico de la banda liderada por Rubén Albarrán, Bailando por nuestra cuenta (editado por Planeta), que es una investigación desde 2009 realizada con sesiones de entrevista para recrear su historia completa. Blanc ya se había encargado de editar publicaciones sobre Molotov y Julieta Venegas y buscó a los Tacvbos aunque en principio no les interesó.

“Después ellos se acercaron y pensábamos lanzarlo en su veinte aniversario, no fue así pero sí cuando cumplen 25 años. Me parecía que Café Tacvba era una de las bandas que tenía muchas cosas por contar. Realicé entrevistas individuales donde repetía preguntas porque me parecía que dos o tres de los cuatro podían tener una aportación con respecto a cada tema. Seguí con la discografía pero me interesaban otras cosas como sus colaboraciones, sus participaciones en festivales o giras. ¿Cómo han hecho su carrera?”, confió.

En todo momento existió una libertad plena en su trabajo por parte de los integrantes, quienes le daban precisiones en sus adelantos para contar sus historias personales pero no le pusieron ninguna pauta en sus cuestionarios, los mismos que formuló sin reclamos, observaciones o censura.

“Iba a sus casas o los ensayos. Eso me dio la posibilidad de asomarme a sus vidas para saber quiénes son estos personajes. He compartido distintas aficiones; con Joselo en relación a libros y escritores que nos gustan o con Rubén asomarme a lo que hace con Hopo! como un proyecto de bajo perfil”.

El largo proceso tuvo su cierre en la grabación del álbum El Objeto Antes Llamado Disco y después de ello Blanc se dedicó a recopilar la información poniendo de título una frase de la canción “El fin de la infancia”.

“Me parecía que hablaba que tendríamos un rock latinoamericano propio, esta canción viene en Re, editado cuando empezamos a entender que había un contexto de complicidad entre agrupaciones argentinas, mexicanas, colombianas.

“Es un momento de intercambio y se simboliza esa idea más allá de que podamos consumir música de otras procedencias porque ellos hacían el cuestionamiento pensando en el pasado ¿seremos capaces de bailar por nuestra cuenta? Me parece que a lo largo de la historia, un grupo que tiene 25 años y ha conseguido internacionalizarse puede asegurar que baila por su cuenta”.

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