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Mauricio Herrera no ve con malos ojos que haya marchas de protesta en la Ciudad de México y les ve una ventaja: caminar entre sus integrantes para trasladarse a cualquier punto capitalino.

“¿Sabían que hay más de 130? Entonces poder ver cuál va por una avenida y luego transbordar en otra (que se cruce).... en una por ejemplo, pudieron por fin reunirse maestros y alumnos y ponerse de acuerdo para comenzar clases”, expresa sobre el escenario del Lunario del Auditorio Nacional.

Lo dice de broma, enfundado en el personaje de Franz Beckenbauer, un hombre con smoking y cabello largo, virtuoso de la música a quien le urgía llegar al sitio en Chapultepec para ofrecer una conferencia.

Y así, en el marco del show Con cierto miedo, que lleva montando Herrera desde hace más de 25 años, la gente rió de la idea marchista.

Durante la travesía de hora y media de duración, que todavía estará un par de semanas más, el histrión, más bien Beckenbauer, platicó de cuando conoció a Beethoven y Shubert, entre otros prodigios de la música clásica.

“Alguno estaba en el Parque del Seguro Social en la novena”, refiriéndose con ese número no a la composición, sino el episodio conocido como entrada, en un partido de beisbol.

Las risas habían comenzado minutos antes cuando contó un viejo chiste, aún efectivo, y apuntó: “¿Si saben que en Insurgentes mataron dos curitas? ¡Hidalgo y Morelos!”, preguntó en ese momento.

Con cierto miedo está dividido en dos etapas, siendo la segunda dedicada al rock; ahí apareció Herrrera con saco azul, una peluca para simular los 60, con cabello un poco largo y flecos.

Para entonces ya está acompañado por cuatro músicos y dos chicas coristas al cantar versos de “Cuando tengas 64 años” de The Beatles, otros de “Only you” de Platters y algunos más de “El rock de la cárcel” popularizada por el Rey del Rock and roll, Elvis Presley.

“¿Qué me dicen de Donald?”, cuestiona en un momento, arrancando un “no” de varios asistentes, para luego aclarar que se refería al pato enojón creado por el cineasta Walt Disney.

“No hablemos de cosas tristes, venimos a divertirnos”, dice después ahora sí refiriéndose, sin decir su apellido, a Trump, el nuevo presidente estadounidense.

Tras 90 minutos el show llega a su fin, pues desde un principio, admite entre risas, se le advirtió debía terminarlo en punto para poder “aventar” al público por una puerta y que así entrara otro artista a escena. Así que los versos de “El himno a la alegría” dan por terminada la velada.

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