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En un pie, Viggo Mortensen porta un calcetín rojo y, en el otro, un azul. Cuando llega el momento, deja todo lo que está haciendo, prende el televisor, toma su matera en la que acaba de prepararse un té y ve cómo el San Lorenzo de Almagro toca el balón. Y así, cada fin de semana.

Fanático del futbol, lleva la pasión como dicta la vox populi, en todo lo que tenga relación con su equipo.

De ahí los colores blaugrana que selecciona en su vestimenta, cuando juega el cuadro argentino.

“Soy un hincha de corazón”, dijo en su momento a EL UNIVERSAL, al hablar del balompié. Sólo hay algo que equipara eso que para muchos es fanatismo: la actuación, por la cual es capaz de todo. Así, llevó torres de objetos personales para Capitán fantástico, filme que se estrena el 9 de diciembre en salas mexicanas. Ahí la estrella de El señor de los anillos es un padre que dedica toda su vida a criar a seis hijos lejos de la civilización, en un bosque, pero enfrascados en una tendencia filosófica que se ve cuestionada al enfrentarse al exterior.

“Muchos de los libros que ves en el omnibus y en nuestra casa son libros que yo traje. También está mi canoa, algunas bicicletas, cosas para la cocina, cuchillos y ropa. Traje muchas plantas para el jardín cerca del tipi. Me gusta ofrecer cosas mías que podrían resultar adecuadas”, cuenta Mortensen en los apuntes de producción del filme.

A sus 58 años, Viggo no es tan lejano del personaje. La filosofía está cerca de él y le gusta la poesía.

También es fotógrafo, escritor, pintor y músico, por lo cual propuso a la producción componer el score, que al final no le aceptaron.

Y rechazó el cuarto de hotel que le ofrecieron durante el rodaje, ya que prefirió convivir con la naturaleza, como lo había hecho décadas atrás en su vida en Idaho.

Quizá por ello lo retrató tan bien la cámara de Peter Jackson en la trilogía de Tolkien, que lo lanzó al estrellato mediático mundial. Con el cabello largo y barbado, Mortensen tiene aspecto duro, aunque en la vida real, habla pausada y con voz baja. Es, dirían, alguien alguien que puede confundir.

“(Los personajes) Viven fuera de la tierra sin tecnología avanzada, sin teléfonos celulares ni iPads ni computadoras. No estoy seguro de si tengo estómago para eso, pero estoy fascinado con la idea de criar hijos en un entorno tan orgánico”, señala el hombre que habla inglés, español y danés.

El único temor del también histrión en Una historia violenta y El último camino sólo tenía el temor de actuar con niños, sin experiencia varios en actuación. Pero nada que un taller previo de improvisación, no resolviera.

“Para algunas personas, es sorprendente. ¿Cómo puedes hablar sobre filosofía, ciencia, sexo o muerte con un niño de 7 años? Hay una bella apertura en esta familia”, comenta.

Para ello colaboró mucho el director Matt Ross (28 hotel rooms), quien le hizo firmar a los pequeños un contrato que estipulaba no comer chatarra y prohibía el uso de ipad o celulares en el escenario, para sentir cómo vivían los personajes.

“Me reí tanto, como lloré”, apunta Mortensen recordando su primera lectura de guión.

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