De los 800 mil jóvenes que solicitaron y fueron aceptados en el programa DACA, 622mil 170, cerca de 80%, son mexicanos. Las vidas de todos serán afectadas porque, de un plumazo, Donald Trump, sin pensarlo dos veces, sin información y como lo acostumbra, sin evaluar las consecuencias de su decisión, poniendo por delante sus promesas de campaña contra los inmigrantes y bajo la presión de los supremacistas y racistas que designó en su gabinete, termina con el DACA.

Hay que recordar que la política de Trump hacia los inmigrantes indocumentados ha tenido como blanco a los mexicanos y que promueve un muro en la frontera pagado por México como protección a la seguridad de EU.

Trump pretende borrar el legado de Obama sin medir las consecuencias de sus actos, sin considerar ni por un momento las aportaciones múltiples de los Dreamers a la sociedad estadounidense. Y, desde luego, sin tener en cuenta el apoyo que estos jóvenes tienen en las universidades, en la sociedad, en las empresas para las que trabajan, en los hospitales, en sus familias y comunidades, entre los millenials.

Durante años todos los caminos para una reforma migratoria habían sido cerrados por los republicanos en el Congreso. Como candidato, Trump dijo que el día uno de su Presidencia pondría fin al decreto administrativo que creó el DACA. Finalmente concretó su total extinción hasta marzo de 2018.

Los Dreamers, frente a la incertidumbre abierta y el golpe recibido, han iniciado movilizaciones en varias ciudades, se organizan, intercambian información, mientras crecen los apoyos que reciben. No es fácil, pero continuarán, tienen experiencia porque durante años lo hicieron siendo indocumentados. Hay mucho en juego en sus vidas y las de sus familias.

Se acogieron al DACA quienes lo solicitaron, lo hicieron con total confianza y el reconocimiento de que deberían renovar su pertenencia cada dos años, dieron mucha información sobre su situación de indocumentados, sobre dónde se les puede ubicar, dónde estudian o trabajan, con quiénes viven, de dónde provienen.

Toda esa información la tiene el Departamento de Justicia, que encabeza Jeff Sessions, uno de los mayores supremacistas blancos y podría servir para organizar la persecución y la deportación, sobre todo de aquellos que estaban haciendo trámites de renovación de su pertenencia al DACA. Tuvieron la confianza entonces, lo que hoy amplia sus temores. Pero los Dreamers están decididos a luchar, ya lo hicieron antes del DACA porque fueron ellos los que abrieron el camino con muchas organizaciones de apoyo a los migrantes indocumentados en Estados Unidos.

El acuerdo de Trump con los líderes de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes y en el Senado, Nancy Pelossi y Chuck Schummer, para que se apruebe una ley que permita dar seguridad legal a los Dreamers, sin duda abre una esperanza, aunque no una certeza. Trump es imprevisible y lo que afirma o acuerda hoy lo puede negar mañana. Existe la tentación de Trump de abordar igualmente la seguridad en la frontera, que Pelossi y Schumer no aceptan.

Crecen las presiones contra la cancelación del DACA a través de demandas de procuradores de 16 estados, y seguramente crecerán. Destaca la demanda de Janet Napolitano, presidenta del sistema de la Universidad de California, en contra de la eliminación del DACA. Y es previsible que la incertidumbre y el desgaste que provoca Trump se acelerare. Mientras más se prolongue el conflicto en torno a los Dreamers, mayor será su impacto en las elecciones de 2018. Los Dreamers tienen un apoyo muy amplio en Estados Unidos que crecerá mientras la confianza en Trump continúa descendiendo.

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