La cultura ha redefinido su papel como un factor relevante que tiene el potencial de fomentar el crecimiento económico y el desarrollo social en las ciudades. Existe un amplio consenso entre los estudiosos del tema sobre la importancia que tiene la cultura como inductora de desarrollo y factor de cohesión social, sobretodo ante el incremento de la desigualdad entre las diversas regiones de las ciudades y de las tensiones de convivencia que eso conlleva.

Los actores políticos en el mundo están comenzando a percibir y reconocer que la cultura juega un papel mucho más importante de lo que suponían para el desarrollo de las ciudades, es más, está demostrado que las políticas públicas urbanas en materia económica y social tienen mayores probabilidades de éxito si se toma en cuenta la perspectiva cultural para atender las aspiraciones e inquietudes de sus ciudadanos.

El desarrollo cultural de una ciudad atrae y retiene gente talentosa, además de generar valor económico a través de diversas acciones encaminadas a la regeneración urbana como lo son el diseño arquitectónico, las industrias creativas, la oferta gastronómica y todo tipo de expresión artística.

Testimonios de lo anterior se pueden encontrar en diferentes ciudades alrededor del mundo. Por ejemplo, ante el reto de reconvertir el espacio urbano por la presencia de una fábrica abandonada, y que el costo no sea muy significativo para las finanzas públicas, se ha cedido inmuebles a comunidades de artistas de diversas especialidades para que hagan un rediseño del espacio y lo utilicen para distintos fines.

Así, jugando con la Iluminación, agregando detalles arquitectónicos, impresionantes graffitis y el uso adecuado de los espacios, una fábrica abandonada se convierte en un centro cultural que puede ofrecer diversos talleres, exposiciones, gastronomía, teatro, conciertos o locaciones para festivales. De esta forma, un espacio abandonado se transforma en un lugar que fomenta la interacción social, fortalece el sentido de pertenencia, el respeto, la tolerancia, la colaboración, la innovación, el intercambio de ideas, el emprendimiento, la creatividad y genera bienestar en las personas al regenerar el tejido social.

Sólo se necesita del talento de la gente, la voluntad de gestión de las autoridades a nivel local y un pequeño grupo de empresarios interesados en mejorar su entorno urbano para transitar de un parque industrial abandonado, que tal vez era un foco de criminalidad o un basurero, a convertirse en parte del corazón e identidad de una ciudad. Además, estos proyectos son sustentables, ya que la comunidad artística que se instala en ese tipo de lugares recibe beneficios económicos por vender su arte, boletos para conciertos, teatro o por impartir talleres.

Algo similar ocurre con edificios muy antiguos que están a cargo de los gobiernos locales. En muchas ocasiones es tan alto el costo de mantenimiento, que los municipios no pueden hacerle frente o, ante una restricción presupuestal, lo primero que se recorta son las labores de mantenimiento en ese tipo de edificios, deteriorando el paisaje urbano. Por ello, en muchas partes del mundo han preferido donar esos edificios a la comunidad artística para que realce con creatividad el valor histórico del inmueble y lo llenen de actividades atractivas para la gente.

El autor Dan Barasch del libro Ruin and Redemption in Architecture, examina la revitalización de edificios abandonados en todo el mundo, y cómo su transformación tiene el poder de cambiar vidas y comunidades. Algunos ejemplos son el Zeitz Museum of Contemporary Art Africa en Sudáfrica, la mayor institución de arte africano del continente; o el Stony Island Arts Bank, en Chicago, EU, un hermoso edificio abandonado que fue comprado por un dólar por la organización sin fines de lucro Rebuild Foundation, que transformó el espacio en un servicio comunitario y alberga una organización artística.

Un buen ejemplo de cómo una parte de una ciudad transformó su imagen gris e industrial en una creativa e inspiradora lo tenemos en México. Tras el cierre de Fundidora Monterrey, S.A. el gobierno federal cedió los terrenos para la construcción del Parque Fundidora en Monterrey. En el predio donde estaba la fundidora se construyó un centro internacional de negocios, un parque de béisbol infantil, espacios para eventos sociales y culturales, la arena Monterrey, un hotel, una feria y un teatro, entre otras atracciones. Actualmente, Parque Fundidora es uno de los lugares más icónicos de la ciudad de Monterrey y el ingreso es gratuito.

Otro caso de éxito está en la “Isla de Buda”, una antigua zona industrial cercana al centro de la ciudad de Kortrijk en Bélgica. Desde 2002, el proceso de regeneración cultural ha tenido como objetivo acercar a los ciudadanos y a las empresas para que vuelvan a esta parte de la ciudad y lo han hecho con éxito. La ciudad ha desarrollado un programa para convertir la isla de Buda en un caldo de cultivo para la cultura y la creatividad.

Buda Fabriek es el resultado más icónico del proyecto de regeneración urbana de la isla de Buda. Es un complejo que se construyó sobre una antigua zona industrial que reúne a artistas y empresas de diferentes campos para permitirles trabajar juntos. Consiste en un lugar de encuentro y una red para desarrolladores de productos, académicos, diseñadores, artistas, escuelas, estudiantes y emprendedores. Este lugar cuenta con una sala de exposiciones de obras de arte, espacios de trabajo y una Incubadora de diseño. Este caso fue elegido por Culture for Cities and Regions como uno de los casos más exitosos entre las ciudades europeas que le apuestan a la cultura para regenerar sus espacios urbanos y propiciar una mayor actividad económica.

Tradicionalmente se percibía al desarrollo cultural como una consecuencia del desarrollo económico, así como una obligación del Estado que debía de subsidiar y no como un elemento que contribuye al crecimiento económico de una ciudad. No obstante, diversos estudios han demostrado que algunas ciudades han generado una revolución en la política cultural para aprovecharla como un detonador de prosperidad. Por ejemplo, un grupo de investigadores de Cambridge publicaron el estudio The New Urban Success: How Culture Pays, en el cual argumentan que el capital cultural interactúa con los demás factores de producción y termina siendo un determinante importante del desempeño económico de las ciudades. Este estudio se enfocó en Nueva York y en Londres.

Pero también se encuentran muchos otros ejemplos en ciudades europeas. Bilbao, España, es un famoso caso de reconversión urbanística, fue una ciudad dedicada a la industria y uno de los puertos más importantes de Europa. Tras sufrir una fuerte crisis económica en los años 70, se transformó para ser una ciudad de servicios, especialmente fortalecieron su actividad cultural, creativa y de diseño. Actualmente es un referente internacional del turismo comercial y de negocios, además de ser reconocida como una ciudad creativa por la UNESCO.

Medellín es otro ejemplo; en tiempos de Pablo Escobar, la tasa de homicidios alcanzó un máximo de 381 por cada 100 mil habitantes. Ahora, es una ciudad mucho más segura y señalada como un caso de éxito. La transformación de Medellín incluyó un fuerte impulso cultural, de diseño urbano y arquitectónico para atacar el crimen y la pobreza. Por ejemplo, se crearon programas para financiar proyectos artísticos y se ejecutaron proyectos urbanos a través del Proyecto Urbano Integral, el Plan de Ordenamiento Territorial y el Plan Director de zonas verdes.

En muchas ciudades del mundo está emergiendo una revolución en la política cultural. Así como la revolución científica, apoyada en la razón, fue un hito que aceleró dramáticamente el ritmo del desarrollo económico, la revolución cultural, detonadora de la innovación y la creatividad, debe ser aprovechada para incrementar el potencial de la humanidad y mejorar nuestro entendimiento mutuo.

En México necesitamos crear más puentes entre la innovación, el progreso tecnológico y la cultura. En el corazón de la economía del siglo XXI está el desarrollo cultural, México tiene que aprovechar su potencial artístico y su herencia milenaria para que nuestra cultura sea uno de los principales factores que nos ayude a mejorar el entorno y la convivencia en nuestras ciudades.

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