Desde su incursión formal en política, Donald Trump hizo del combate a la migración uno de sus principales estandartes, al atribuirle, en una narrativa completamente falsa creada por él, el incremento de la delincuencia y el desempleo y la “pérdida de valores” del pueblo de EU.

Con ello —así como ocurre con su esquema de proteccionismo económico ante el TLCAN, que se sustenta en la “defensa de los trabajadores estadounidenses”, o con los vetos para ingresar a EU impuestos a naciones de mayoría musulmanas, justificados en la “prevención” del terrorismo—, inevitablemente se ha generado la percepción en muchos estadounidenses, de que la migración es un fenómeno que deja saldos negativos a su país, en vez de, como ocurre en la realidad, propiciar dinamismo y crecimiento económico.

Sin embargo, curiosamente, también en el contexto de esta insistente propaganda antiinmigrante, los cambios reales han sido mucho menos importante de lo que parece. Por ejemplo, durante su primer año de gestión, en la que los criterios para la detención son mucho más amplios, el número de detenciones de inmigrantes indocumentados es más bajo que durante los últimos años de la administración de George W. Bush y los primeros años de la de Barack Obama.

En otras palabras, con su retórica, el miedo que genera el mandatario estadounidense es mucho más fuerte que la realidad de las políticas que se han implementado hasta ahora. Algo que, de acuerdo con Andrew Selee, presidente del Instituto de Políticas Migratorias de EU, hace pensar que quizás el miedo es, más que un resultado del cambio en las políticas, parte de la estrategia misma. Y es que no ha habido ningún otro presidente en la historia moderna de EU que haya puesto tanto énfasis en la migración, lo que muy probablemente tiene su origen en el racismo que caracteriza al magnate.

En la rancia óptica trumpiana, desgraciadamente, es claro que este tema es un problema a enfrentar más que una oportunidad. No obstante, las directrices de Trump contra la migración no gozan de popularidad mayoritaria entre los estadounidenses, y a raíz de ésto se está viendo, por ejemplo, poco apoyo en el Congreso para dar al presidente más fondos para las detenciones y deportaciones, menos para un muro.

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