Todos los días se habla de la situación de los migrantes, tanto centroamericanos como nacionales. De los riesgos que corren en su travesía para llegar a Estados Unidos, de cómo son víctimas de abusos por parte de agentes fronterizos o de bandas delictivas, del suplicio de caminar por el desierto estadounidense durante varios días para llegar a zonas urbanas, de las razones de su éxodo, de las familias y comunidades que abandonan.

Son miles de historias, de razones y de situaciones a menudo difíciles de comprender para quien se entera desde las grandes ciudades por medio de su celular, tablet o computadora.

¿Cómo lograr empatía o vínculo con lo que padecen miles de personas? El cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu se fijó como objetivo convertir al espectador en parte de la escena en la que los migrantes cruzan el desierto abrasador y son acechados y perseguidos por cazadores de indocumentados. Con esa idea en mente hace un año presentó el proyecto de realidad virtual Carne y Arena en el Festival Internacional de Cine de Cannes.

Sobre la obra, el realizador ha dejado en claro que no es una pieza política, sino una pieza humana, pues los inmigrantes no son una amenaza sino una oportunidad, además de que las vidas de aquellos que tienen que emigrar se han perdido y diluido porque nadie las ve, a pesar de que representan una crisis social.

La instalación llegó a México en octubre pasado. Antes de su apertura, González Iñárritu exploró opciones de apoyo económico entre la iniciativa privada nacional. En una carta que hoy publica EL UNIVERSAL el director mexicano lamenta no haber recibido una respuesta positiva de una importante fundación para apoyar la presentación de la obra en Estados Unidos.

En su misiva, lamenta que no se haya dado la oportunidad de mostrar unidad y apoyo ante los señalamientos del presidente de Estados Unidos, que ha colocado en el blanco de un odio injustificado a compatriotas trabajadores, necesitados y vulnerables.

El punto que cuestiona el cineasta es el que debió haber prevalecido desde el primer momento en que Donald Trump comenzó a atacar a migrantes, en especial a los de origen mexicano: una respuesta basada en acciones de promoción de la cultura, con unidad y apoyo de distintos sectores mexicanos.

En México el apoyo a los migrantes es un tema que convoca a voces tanto políticas, como empresariales, ciudadanas y artísticas; sin embargo, a menudo declaran su apoyo únicamente por cuestión de imagen y en momentos decisivos están ausentes. Lamentable.

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