El mundo vive hoy indudablemente tiempos de reacomodos geopolíticos y del poder entre las naciones, resultado de transformaciones y crisis en muchas sociedades, a su vez producto de la insatisfacción creciente de grandes franjas de las poblaciones hacia sus formas de gobierno, y en general hacia el sistema liberal imperante que para muchos ha acrecentado el hambre, la pobreza y la desigualdad.

Hablamos de un fenómeno que involucra la globalización, migración, guerras en Medio Oriente, terrorismo, y otros factores; y prueba de ello es el Brexit, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca e incluso el ascenso de otras figuras alrededor del mundo antes ajenas a la política, como Macron en Francia. Asimismo la deriva autoritaria de Hungría, Polonia y la República Checa, y recientemente Austria, en todo lo cual es presumible que la crisis de 2008 influyó considerablemente por su impacto en la calidad de vida de millones de personas.

Y como parte de este reacomodo, en lo que va del siglo XXI Rusia se ha consolidado de nueva cuenta como un actor principal en el escenario internacional, llegando a rivalizar otra vez con Estados Unidos, China y la Unión Europea. En este renacimiento ruso el uso de la información y la desinformación ha adquirido un carácter estratégico que el entorno tecnológico actual, dominado por los medios sociales, ha favorecido notablemente.

Como resultado, el ciberespacio se ha convertido en el nuevo ámbito de confrontación entre las grandes potencias. Y es ahí —en las redes sociales— donde, de acuerdo con el especialista Alexis Herrera, el nacionalismo conservador propuesto por Rusia prospera como una alternativa discursiva que da respuesta a las inquietudes de quienes no se identifican ya con el liberalismo y la socialdemocracia europeos.

Así, a partir de la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos —que podría llegar a costarle a Donald Trump el cargo—, en el mundo supimos de las presuntas estrategias de la desinformación dirigida desde Moscú y su interferencia sistemática también en la Unión Europea: Reino Unido con el Brexit, Francia en sus presidenciales, España en el proceso catalán, con lo que la vuelta al ruedo de la gran Rusia quedaba más que confirmado.

En esta lógica, para EU, México no escaparía a este nuevo factor ruso, por lo que, en una escena que pareciera salida de la Guerra Fría, el secretario de Estado de EU, Rex Tillerson, recientemente alertó sobre una posible intromisión de Rusia en las elecciones mexicanas.

Sea o no una nueva guerra fría, como aventuran algunos, es un hecho que el reposicionamiento del antiguo imperio de los zares con seguridad seguirá moviendo los hilos del mundo.

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