Conforme va acomodándose el nuevo panorama político nacional tras el arrollador triunfo de Morena en las elecciones del pasado 1 de julio, a partir del cual dicha fuerza política y sus aliados dominarán amplias zonas del territorio nacional, así como ambas Cámaras del Congreso de la Unión, se abren naturalmente múltiples posibilidades de concretar leyes y políticas públicas para la coalición ganadora, y por lo mismo surgen también infinidad de interrogantes sobre cómo se conducirá en lo inmediato la agenda legislativa de la bancada de Morena en los temas prioritarios para los mexicanos, entiéndase seguridad, empleo, salarios, combate a la pobreza y combate a la corrupción.

Entre los asuntos urgentes de definición están justamente la conformación total del Sistema Nacional Anticorrupción, la selección de fiscal general de la República, el destino de la ley de seguridad interior, la amnistía, Pemex y la reforma energética, y muchos otros.

En lo que será la nueva integración de las Cámaras de Diputados y de Senadores —donde la coalición ganadora tendrá mayorías legislativas: 68 de 128 senadores y aproximadamente 307 de 500 diputados federales—, es deseable que, en un talante democrático y conciliador, y con miras a concretar cambios necesarios y positivos, así como para evitar parálisis legislativas, los legisladores de Morena, Encuentro Social y el Partido del Trabajo estén abiertos al diálogo, a la negociación y a la inclusión de propuestas de otras fuerzas políticas.

Y tras el 1 de septiembre, cuando formalmente quede instalado el nuevo Congreso, la agenda inmediata que se anuncia —que incluye entre otros asuntos la definición del Presupuesto de Egresos 2019, así como los probables nuevos términos del TLCAN, entre otros— debe contar con el mayor consenso entre todas las fuerzas políticas, en pro del bien común.

Aunque Morena, como nueva fuerza política dominante, podría igualmente, de manera unilateral y legítima, impulsar su propia agenda de reformas, ajena o contraria a la de la oposición, es de esperarse que no haya ningún afán de revanchismo o venganza, y más bien se tenga una dirección clara de a dónde se quiere llegar y qué se quiere lograr, y exista asimismo, por parte de todas las fracciones parlamentarias que se constituyan, un auténtico espíritu de colaboración.

En todo caso, para realizar reformas constitucionales, Andrés Manuel López Obrador y los partidos que lo postularon, que poseerán mayorías legislativas absolutas en el Congreso y con ello el poder de concretar muchas de sus promesas de campaña, tendrán inevitablemente que negociar con las otras bancadas.

Varios asuntos están pendientes y reclaman atención urgente por parte de la nueva Legislatura. Ojalá AMLO y Morena tengan la visión de atenderlos como prioridad. Es por México.

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