La lucha por el respeto a la dignidad, igualdad e integridad de las mujeres ayer tuvo una importante victoria. Luego de siete meses de que se desataran las más de 70 denuncias en su contra por diversos delitos sexuales, Harvey Weinstein, hasta hace poco uno de los productores más poderosos de Hollywood, se entregó a las autoridades de Nueva York por las denuncias en su contra ahí presentadas, entre varias más existentes, de violar a una mujer y de forzar a otra a practicarle sexo oral.

Aunque tras el llenado del expediente policial —y después de pagar 10 millones de dólares— el defenestrado productor quedó en libertad bajo fianza, este hecho sienta un precedente importantísimo en la lucha por los derechos de la mujer en EU y en el mundo entero, por lo icónico de este caso, que diera lugar al movimiento #Me Too. Weinstein, además, ha tenido que entregar su pasaporte y llevará un brazalete electrónico para limitar sus movimientos.

Es obvio que los actos de este individuo, paradójicamente hoy símbolo del movimiento antiacoso, no deben quedar impunes ante lo incontestable de las acusaciones, pero se le debe sancionar exclusivamente conforme a Derecho.

En este sentido, este caso debe hacernos también aprender otras lecciones, sobre todo en países como México, donde el problema de acoso y violencia sexual contra la mujer está casi invisibilizado por la preeminente cultura machista.

En nuestro país siguen faltando, desde todas las instancias públicas, acciones concretas, visibles y respaldadas en la ley, para reeducar a la sociedad en este tema, pero también campañas para fomentar la denuncia ante la justicia —hoy por hoy inhibida, inexistente, pese a la abundancia de casos—, y no sólo en los medios masivos y las redes sociales, hoy convertidos en meros tribunales de la opinión pública, las más de las veces arbitrarios. De esa manera además comenzaría a terminarse con la impunidad que impera en estos delitos.

Es decir, a la máxima publicidad que hasta hoy han recibido presuntos casos de acoso o violación, en el caso particular de México se debe sumar una buena dosis de cultura de la legalidad, para justamente tener sumo cuidado de preservar la presunción de inocencia de los acusados y no sentenciarlos prematura y quizás injustamente desde la opinión pública y las tribunas mediáticas.

Esta condición de incuestionable de acusaciones de acoso en medios y redes —un exceso sin duda— es justo lo que un grupo de cien artistas e intelectuales francesas criticó en enero pasado, con razón, del movimiento #Me Too.

En suma, la gran importancia del caso Weinstein radica en que ayudará a que la conversación iniciada en octubre pase de los medios masivos y la opinión pública a los tribunales.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses