La educación —lo han dicho expertos y organismoa nacionales e internacionales— es la llave para un mejor futuro de cada persona y, por consiguiente, de una nación. Pero con universidades públicas al borde de la quiebra ¿cuál puede ser el futuro para sus estudiantes, para sus estados y por supuesto para el país? Pocas oportunidades de desarrollo y desventaja frente a alumnos mejor preparados.

De acuerdo con información que hoy publica EL UNIVERSAL, las universidades de Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca y Zacatecas se encuentran prácticamente sin fondos, con elevadas deudas, por lo que advirtieron que se declararán en “insolvencia económica”. Sin embargo, la carga financiera ha ocurrido en algunos casos por malos manejos o por excesos en las prestaciones de sus sindicatos.

Las cinco universidades citadas son las que enfrentan una situación crítica, pero hay muchas más que también enfrentan problemas financieros.

La estrechez económica afecta por igual a empleados y alumnos. Sueldos por cubrir e instalaciones poco adecuadas son las consecuencias visibles de la falta de recursos.

¿Se debe culpar a alguien de las carencias? La Secretaría de Educación Pública es la principal fuente de recursos de esas instituciones, pero también los gobiernos estatales. En el caso de la Universidad Autónoma de Nayarit, el subsidio federal asciende a mil 311 millones de pesos, mientras el estado entrega 245 millones de pesos; sin embargo, sólo en el rubro Servicios Personales eroga 1,800 millones de pesos año, es decir opera con déficit; en situación similar se encuentra la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y la Autónoma de Zacatecas. En Michoacán, a la universidad estatal la ahogan las prestaciones que han obtenido los trabajadores a nivel local, y que no toma en cuenta la Federación al momento de calcular el subsidio para la institución.

Hace unos días el Inegi dio a conocer que el Índice Nacional de Competitividad se ve afectado por dos factores: inseguridad y la educación superior.

La competitividad es la forma de medir el desempeño de una persona o un país ante un similar, por medio de sus habilidades. Con universidades en crisis, los alumnos la pasarán mal al ingresar al mundo laboral.

La situación de esas cinco casas de estudio son apenas una muestra de la realidad de la educación pública superior. De continuar los privilegios de lujo para empleados de universidades (superiores al del trabajador promedio) y la falta de rendición de cuentas en la forma en que se ejercen los millonarios recursos, el país resentirá en el corto plazo la incapacidad de su fuerza de trabajo para enfrentar los desafíos científicos y tecnológicos que exige el escenario internacional actual.

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