La mexicana es una sociedad fracturada a un grado hasta hoy desconocido. Tras más de una década de “lucha contra el crimen” miles de familias, miles de madres, esposas e hijos han perdido a un ser querido o han vivido en carne propia un secuestro...

Es más, con seguridad casi todos en este país hemos sido extorsionados o conocemos a alguien que ha sido asaltado. La mayoría de los mexicanos además ha sabido de manera directa de algún caso de secuestro.

Y es que lo que comenzó con una ofensiva del gobierno específicamente contra los cárteles de la droga hoy hace las veces de “patadas de ahogado”, en un entorno de organizaciones criminales que emanciparon su mercado hacia otros crímenes —como el secuestro y la trata— y que se multiplicaron como resultado de la apresamiento de los grandes capos.

Pero no sólo el crimen organizado, sino también los crímenes comunes se han disparado en territorios alguna vez considerados oasis de seguridad, como la Ciudad de México, en donde no se ha visto una estrategia eficaz contra la inseguridad rampante por parte del gobierno local.

De alguna manera el contexto y la narrativa propiciados por la guerra contra el narco alcanzaron el estatus de “normalidad” y parecen haber contagiado y trastocado la vida de toda la sociedad, que en muchos puntos de nuestro país hoy está estrechamente vinculada o depende de algún tipo de industria criminal —como los campesinos que cultivan cannabis o los huachicoleros y sus familias que viven del robo de hidrocarburos— o comenzaron a padecer de cerca delitos que antes estaban ausentes.

Hoy como en 2011 —el peor año en términos de inseguridad en el sexenio pasado— prácticamente todos los indicadores delictivos se han incrementado. La violencia criminal en 2017 dejó cerca de 26 mil 573 muertos en el territorio nacional, número que pareciera el de una nación en guerra.

En suma, el entorno creciente de inseguridad augura malos números para 2018. A tan sólo unos días de haber iniciado este año, varios episodios violentos retratan el estado de indefensión en que constantemente se halla la ciudadanía.

En días pasados, por ejemplo, se registró el primer episodio del año en que un hombre en la Zona Metropolitana de la CDMX hace justicia por mano propia al asesinar al enésimo asaltante en el transporte público. Y la noche del pasado viernes un colaborador de esta casa editorial fue asesinado luego de que dos individuos lo asaltaran e hirieran con un arma de fuego.

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