Las candidaturas independientes llegaron al panorama político con el fin de ciudadanizar la competencia electoral. Son instrumentos legales que permiten la participación de candidatos ajenos a la vida de los partidos, a pesar de lo cual todavía ofrecen grandes barreras de entrada para que los ciudadanos de a pie asuman los costos de participar en una contienda.

El de 2018 será el primer proceso federal en el que se cuente con candidatos independientes a la Presidencia de México. Margarita Zavala, Armando Ríos Piter y Jaime Rodríguez Calderón son los inminentes personajes que competirán sin el respaldo de un partido político, aunque aún falta la confirmación del INE. ¿Qué aportaciones harán al proceso democrático más complejo de los últimos tiempos?

En cualquier caso, la llegada de los candidatos independientes es una noticia positiva para la competencia electoral, puesto que los ciudadanos tendrán más opciones para contrastar perfiles, trayectorias personales y profesionales, así como los resultados que cada contendiente ofertará como parte de su programa electoral. Son muestra de la transformación del sistema político mexicano rumbo a la consolidación democrática.

En contraste, sin embargo, es justo hacer notar que cada uno de los perfiles independientes que buscan la Presidencia tiene antecedentes partidistas. Rodríguez Calderón compitió por la vía independiente en Nuevo León en 2015 luego de renunciar al Partido Revolucionario Institucional (PRI), a una militancia de tres décadas, tan solo unos meses antes de la elección.

Un caso similar es el de Margarita Zavala, quien dejó el Partido Acción Nacional (PAN) luego de 33 años cuando se le negó desde el partido la posibilidad de competir en una elección abierta por la candidatura. Por su parte, Ríos Piter estuvo 10 años en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) hasta que, indicó, el partido dejó de ser una vía de representación ciudadana.

¿Se han olvidado tan pronto los independientes de sus antecedentes partidistas? Lo cierto es que cada uno de ellos deberá argumentar claramente sus motivos para ser candidatos independientes, más allá de que en sus respectivos partidos les cerraron los espacios a los que aspiraban. Es decir, los independientes tendrán que demostrar que su aspiración va más allá de la consecución del poder por sí mismo.

Es sabido que la disciplina que exigen los partidos políticos a sus militantes dificulta la autocrítica y recela de las nuevas ideas. Por ello, de los independientes se espera que aporten propuestas innovadoras como parte de su proyecto de gobierno, que se permitan ir más allá de los acuerdos cupulares para entrar en el terreno de las propuestas y que los ciudadanos tengan elementos para tomar su mejor decisión. Al final, la democracia resultará fortalecida.

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