Para decenas de damnificados del sismo de 1985 las promesas de contar con vivienda nueva, luego de haber perdido la suya el 19 de septiembre de ese año, nunca se concretaron. Fueron instalados de manera provisional en campamentos… y ahí se quedaron hasta la fecha. ¿Se repetirá la historia para quienes tuvieron la desgracia de ver inservible o en escombros el lugar donde habitaban hasta hace exactamente 12 meses?

La Comisión para la Reconstrucción en la Ciudad de México prevé, de inicio, cinco años para que concluyan las obras de apoyo a damnificados, siempre y cuando cada año se asignen recursos por arriba de 6 mil millones de pesos, cifra que se ejerció este 2018. ¿Y si no se cumple con esa condición? ¿Cuánto deberán esperar?

Días después del terremoto de hace un año autoridades federales y locales ofrecieron ayuda inmediata y levantar las viviendas caídas lo antes posible. Muchas cosas ocurrieron para que a un año de distancia miles de damnificados en al menos cuatro entidades permanezcan con familiares, en campamentos o en viviendas inseguras.

En la capital del país, el intento de contar con un plan transparente y con el aval ciudadano fracasó por la influencia de fuerzas políticas. A nivel federal, las denuncias de damnificados que no recibieron el apoyo ofrecido son numerosas. Hace dos semanas EL UNIVERSAL documentó casos de habitantes de la zona oaxaqueña afectada por el temblor del 7 de septiembre, a los cuales les darían 120 mil pesos de apoyo para reconstruir su casa, pero únicamente recibieron 30 mil pesos. Las autoridades de todos los niveles tienen mucho que explicar al respecto.

Tras el sismo de 1985 la Ciudad de México se presentaba a la vanguardia en materia antisísmica, con el sistema de alertas, los simulacros constantes y las actualizaciones al reglamento de construcción. El temblor del 7 de septiembre de 2017 parecía confirmarlo, pero 12 días después un movimiento telúrico de mayor intensidad y epicentro más cercano tiró inmuebles, se llevó vidas y dejó también al descubierto situaciones que pudieron haber disminuido el nivel de la tragedia.

En los últimos años, el uso de suelo habitacional de varios edificios se modificó para permitir que empresas instalaran sus oficinas. Las pequeñas escaleras no eran aptas para desalojar a decenas de personas, además de que las estructuras fueron modificadas. Un ejemplo es el inmueble ubicado de Viaducto 106, que resistió los sismos de 1957 de 1985, pero no el de 2017, luego de haber abandonado su vocación familiar.

Ante la fuerza de la naturaleza es cierto que poco puede hacerse; sin embargo, la correcta aplicación de la ley, bajo la supervisión oficial, atenúa la gravedad. Pero si a la autoridad eso le importa poco, se contribuye a la aparición de una tragedia.

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