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Frente a ti, el abismo. Quieres apreciar la inmensidad de sus paredes de roca, pero no te atreves a acercarte mucho a la orilla: tu sitio de observación es tan remoto que prácticamente no hay nada que te separe del precipicio. El único sonido que se distingue es el rugido del viento. Son las Barrancas del Cobre, en un punto al que no llega la mayoría de los turistas. Solo los nativos de la zona lo conocen y hoy eres el afortunado en unirte a ellos.

Las pequeñas localidades que habitan cerca de esta maravilla natural, en Chihuahua, son de origen tarahumara, o rarámuri, como ellos se denominan. En plena Sierra Tarahumara, su vida se entrelaza con las Barrancas del Cobre. De hecho, consideran que cada elemento de la naturaleza, hasta una roca, tiene alma propia.

Algunas de estas comunidades han abierto sus puertas a los visitantes. Muestran su cultura a través de recorridos sustentables, como el que a continuación te presentamos.

Vive como un nativo

Jesús Palma, antropólogo rarámuri, es quien creó el tour. Lo acompaña su esposa, Daniela Ramírez, quien estudió la misma profesión. Su travesía comienza en el Pueblo Mágico de Creel. Aunque es uno de los puntos de partida más conocidos para explorar la región, en este momento se terminan las similitudes con las rutas convencionales.

A las 10 de la mañana, partes hacia la comunidad San Luis de Majimachi, a una hora de camino. Desde la carretera inician las vistas espectaculares. La sierra se abre en dirección a las barrancas. El destino está un poco aislado, después de atravesar un largo camino de terracería.

En el poblado, una familia local te recibe a la hora de la comida. Aquí no hay un programa qué seguir, pues la idea es que conozcas sus costumbres de forma espontánea, acompañándolos. El menú se decide ese mismo día. Entre los ingredientes están los frijoles sembrados por la madre de familia, tortillas hechas a mano y quelites. Algunas veces preparan tejuino, tipo de cerveza a partir del maíz.

Al terminar de comer, participas en sus actividades cotidianas, como la elaboración de artesanías. Tejen canastos hechos con una especie de agave que recolectan en la barranca.

Muchos visitantes ansían ver el atardecer en las barrancas. Partiendo de la comunidad, la caminata para llegar hasta el mirador toma tres horas, aproximadamente. No se trata de una ruta frecuentada por turistas. Es un camino que normalmente solo siguen los rarámuris. En el transcurso conoces algunos de sus secretos: las plantas que les resultan útiles para curarse, por ejemplo.

El mirador es casi exclusivo para ellos. No cuenta con infraestructura, ni multitudes. Por eso, permite ver la Barranca del Cobre en todo su esplendor. Con mil 300 metros de profundidad, este último es el más famoso de los 11 abismos que le da nombre a la región. Se localiza en un lado contrario al que se visita normalmente.

De vuelta en San Luis de Majimachi, se enciende la fogata para contar leyendas. Además, vas a observar una gran cantidad de estrellas.

Si quieres, extiende el viaje por uno o dos días más para conocer otros paisajes emblemáticos, como el Valle de los Monjes.

Este sitio se caracteriza por las enormes formaciones de roca que acompañan al viajero. Están ahí por causa de la erosión. Se dice que sus peculiares formas lucen como monjes, esta es la razón de su nombre. Algunas alcanzan hasta 30 metros de altura.

HERRAMIENTAS DE VIAJE

Los tours. Eco-Alternative Tours es la empresa que dirigen Jesús y Daniela. La ruta que describimos se llama Busure e incluye una noche de hospedaje. También hay tours de un día o expediciones a la medida; incluso puedes acampar cerca de las Barrancas del Cobre.

Costo. Busure: Tres mil 666 pesos por persona, por noche. Aplican 10% de descuento a visitantes nacionales. Parte del costo recaudado se destina a la comunidad que trabaja con la empresa.

Web. www.ecoalternativetours.com

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