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Mala suerte para quienes dispusieron más de una copa previo al América-Pumas. Personas con notable aliento alcohólico eran expulsadas del Estadio Azteca.

Cero tolerancia si se trata de un duelo de alto riesgo.

“Sí, está bien, pero en otros casos están siendo muy exagerados. A mi amigo no lo dejaron pasar porque trae aliento alcohólico. Tomamos antes de entrar, pero estamos bien; debería ser sólo para los que realmente vienen borrachos”, explicó un aficionado azulcrema, quien se aprestaba a ingresar cerca del acceso designado a la porra visitante.

Hubo quienes se resistían a dejar el inmueble. Pero el uso de la fuerza por parte de la policía, que fungió de “saca borrachos”, no dejó alternativa.

“No es posible que siempre estén bebiendo en el estacionamiento. La policía no los debería dejar pasar, pero me siento seguro después de toda la revisión”, opinó un padre de familia, aficionado auriazul.

Los filtros de seguridad fueron más que estrictos, tanto en los accesos del recinto como en sus inmediaciones. Los aficionados fueron revisados de pies a cabeza, ni los niños eran ajenos a las medidas.

Incluso, a un fan con la playera del Cruz Azul se le pidió alejarse de los torniquetes.

“Lo hacemos por su seguridad. Lo ven dentro y seguro lo golpean. Muchas veces creen que lo hacemos por malos, pero no, nuestro trabajo es incomprendido”, señaló el policía que custodiaba al fanático del jersey celeste.

Para salvaguardar la integridad de los asistentes, la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México operó con cuatro mil 400 uniformados.

Algunos conatos de bronca entre barristas se suscitaron minutos antes del partido. Pero la intervención de los efectivos de seguridad evitó que el pleito se volviera campal.

“No hice nada ‘carnal’”, alegó —desesperado— un hincha con la playera auriazul manchada de sangre, mientras era retirado desde las rampas del estadio. De poco le sirvió dar patadas y manotazos.

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