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El 20 de diciembre de 1999, Vítor Borba Ferreira Gomes, mejor conocido como Rivaldo, fue invadido por una remembranza tras confirmarse que era el ganador del Balón de Oro, galardón que se entrega al mejor jugador del mundo en el año.

El flashback que marcó al brasileño tiene de protagonista a un niño que vende bocadillos dentro del colegio y en la playa para ayudar a su familia. El infante vivía en una favela de Recife, Pernambuco, y en ocasiones no tenía para comer.

Rivaldo recuerda en entrevista para EL UNIVERSAL su duro pasado antes de convertirse en un ídolo del futbol mundial.

“Cuando entrenaba no tenía dinero para tomar el camión, tampoco tenía ropa suficiente. Lo más triste era cuando comía y no sabía si mi familia ya lo había hecho”.

Recuerda a sus amigos de la infancia que perdieron la vida por culpa de las drogas o la violencia. “Nunca he estado en drogas, nunca he bebido alcohol, nunca he fumado tabaco, pero si el deporte no hubiera aparecido en mi vida, tal vez ya no estaría aquí”.

Tres años después de ganar el Balón de Oro, Rivaldo selló todo esfuerzo con la Copa del Mundo en Corea-Japón 2002. En ese momento, el brasileño volvió a los claroscuros que han marcado su vida. La perseverancia del nacido en Recife había rendido frutos.

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