Cuando estaba vivo, el delantero del Botafogo y de Brasil, Manuel Francisco dos Santos o simplemente Mané Garrincha, era imposible de marcar. Con sus dribles, dejaba a los adversarios en el suelo. Tras su muerte, en 1983, a los 49 años, como consecuencia del alcoholismo, Garrincha fue sepultado en el cementerio municipal de Raiz da Serra, en Magé, en la Baixada Fluminense. Ahora, 34 años después del funeral, el crack dribla, involuntariamente, a quien busca sus restos.

Los familiares de Mané y el Ayuntamiento de Magé confirmaron que no saben dónde está enterrado el jugador, bicampeón mundial en la selección. El caso generó repercusión en el mundo.

“Hubo información de que el cuerpo fue exhumado y llevado a un nicho, pero no hay documento de la exhumación”, dijo Priscila Libio, administradora del cementerio.

En el lugar hay dos tumbas con el nombre de Garrincha. La primera es colectiva y se encuentra en la parte baja del terreno. Es el lugar donde originalmente fue sepultado, además de otros parientes del crack.

La segunda está en la parte superior del cementerio, a 200 metros de la primera tumba. Una de las hijas del jugador, Rosangela Santos, dice que la familia sufre sin saber dónde está sepultado.

“Nadie de la familia fue informado de la exhumación del cuerpo. Es difícil para mí y para mis hermanas no saber dónde está el cuerpo de nuestro padre”, comentó Rosangela.

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