Con lo que está ofreciendo el Guadalajara es poco probable que logre hacer huesos viejos en la Liguilla y, para colmo, le toca enfrentar al Atlas en cuartos de final, con la vuelta en el estadio Chivas. La falta de pegada luce como la peor enfermedad de la escuadra tapatía.

Empate a cero con Necaxa en donde es verdad, en cierto sentido dominó y volvió a Marcelo Barovero figura, pero demasiado poco para un equipo de la prosapia del Guadalajara que ya tiene la obligación de no sólo ser un invitado más a la fiesta, sino de protagonizarla y llevarse el premio mayor.

Mas con lo poco que ofrece Chivas, con las dudas que deja, más que alegría provoca preocupación su futuro próximo.

Necaxa ofreció en lo que se refiere a sus posibilidades, un buen juego para despedirse de su gente y darle el mensaje que en el próximo torneo puede dejar de ser un equipo que sólo piense en el infierno y comience a fijarse hacia arriba. Pero para que eso ocurra tendrá tiempo para prepararse y replantear los objetivos.

Se amarra el clásico tapatío
Se amarra el clásico tapatío

No así el Guadalajara al que le quedan sólo tres días para darse cuenta de que su cierre de torneo no fue el ideal. Que su defensa, aunque es sólida, no puede depender sólo de las atajadas de Rodolfo Cota; que su medio campo, aunque es dinámico, debe de entender que la baja de juego de Orbelín Pineda es preocupante y que en el ataque Alan Pulido ha perdido el arco y sin él, el poder goleador de los tapatíos baja demasiado.

Guadalajara se va con un empate que más que ayudarle lo puede hacer bajar de posiciones en la tabla final de la competencia, de quedar entre los primeros cuatro puede salir de ellos y ahí la ventaja que significa cerrar en casa se perderá.

Chivas está clasificado, está en Liguilla, pero nada puede prometer, porque lo que muestra preocupa.

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