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América grita su grandeza. Presume su soberbia. Alza los brazos. Celebra con todo Santa Úrsula que pasó a semifinales sobre las Chivas. Gozan las Águilas, se deleitan con su vuelo, tras vencer 2-1 en la vuelta de los cuartos de final del Clausura 2016.

¿Hay algo que pueda saborear más el americanismo que echar a su máximo enemigo de la ‘Fiesta Grande’? Nada. Por eso el jolgorio, el éxtasis, la embriaguez de victoria en sus jugadores y su pueblo.

Séptima vez que los emplumados ganan una serie de eliminación directa al Rebaño que muere ahogado en la falla de un penalti de Carlos Peña.

Los 100 años del club más ganador de la Liga MX siguen con el brillo inmaculado. Perfección hasta ahora. ‘Concachampions’ conquistada, el orgullo del Guadalajara pisoteado ante su viaje a semifinales y la búsqueda de su estrella 13.

Emociones. Clásico que no defrauda. Vaivén constante de dos equipos que le dan al juego en el ‘Coloso de Santa Úrsula’ la dignidad de escuadras que son las más grandes de la Liga MX y se odian con la misma magnitud.

Guadalajara comanda el partido. Su obligación de anotar le hace ir hacia adelante con el vértigo que le da la juventud de su plantel. América busca más la especulación de inicio y se agazapa. El Rebaño tiene ímpetu e ideas. Disipa las nubes con la apertura de la cancha y paredes. Tiene la inspiración de su lado y el atrevimiento en la mente.

Chivas, primero, pone un remate de cabeza de Jair Pereira en el travesaño apenas al minuto cuatro. Alarido de gol ahogado, pero que tiene su desquite.

Orbelín Pineda manda un disparo de media distancia. La ilusión de gol se cristaliza porque la cancha está mojada. El envío pica y traiciona en la estirada a Hugo González. Grito rojiblanco, es el tanto que obliga a las Águilas a abrirse (8’). Es el primer gol en Liguilla de los tapatíos a su acérrimo contrincante en el Azteca desde 1989 (541 minutos).

América despierta. Guadalajara renuncia a su propio juego. Los azulcrema empujan y el chiverío aguanta. Los papeles en el partido se intercambian. El asedio americanista no cesa y la escuadra rojiblanca ni siquiera insinúa el contragolpe.

La visita paga su desprecio a sí mismo. Jesús Sánchez derriba a Carlos Darwin Quintero en el área. Osvaldo Martínez cobra el penalti inclemente. Fuerte, colocado, imparable. El empate llega (26’). América recupera la vida.

Todas las virtudes mostradas por el contención paraguayo azulcrema en su cobro, las olvida Carlos Peña.

El máximo refuerzo del Rebaño Sagrado tiene la oportunidad de devolverle la ventaja a su equipo y obligar a su rival a hacer otros dos goles. Pero no. Una pena cometida por el portero González a Pineda, Peña la pone en el horizontal al 31’. América recupera la vida. El ‘Gullit’ se la devuelve.

Y los de Coapa aprovechan. En una jugada por la banda izquierda, Darwin Quintero centra y Oribe Peralta define con pierna derecha al 64’. Las semifinales, en ese instante, se quedan en la capital. El Nido de Santa Úrsula estalla.

Ignacio Ambriz apuesta a que los suyos jueguen al contragolpe. Chivas se desboca sin profundidad y es como empieza a darle forma a lo que parece un suicidio. El ‘Ame’ se regodea en vez de aniquilar la serie.

El tiempo se esfuma. Chivas queda triste por no lograr la igualada.

América tiene la felicidad de su parte.

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