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Monterrey.— Miles de corazones blanquiazules se exprimen al viajar hacia el pasado sobre la alba lona que cubre el césped de su nuevo templo, ese que algunos veteranos creyeron mera utopía.

Eso explica que el néctar de la gloria sea más dulce si resbala por arrugadas mejillas. Las nieves del tiempo platearon sus sienes, pero jamás minaron el amor por un club que da un paso futurista sin dejar al pretérito fuera de la valija.

Conmovedora noche para un pueblo que ahora presume tener al mejor estadio del futbol mexicano. Lo estrena antes del ocaso, sin importar que la oscuridad sea la mejor aliada del festejo que arranca lágrimas a cada segundo.

El BBVA Bancomer es presumido con una fiesta en la que hay lugar para todos. El único requisito es ser adicto a esa camiseta a rayas verticales y el escudo que siempre ha tenido a una enorme M como sello distintivo. Es el conjunto que lleva el nombre de la capital neoleonesa, el que se acuerda de sus figuras y los hombres que pusieron su empeño en pro de los Rayados, sin importar que vivan trances complicados.

Aunque sea en una gigantesca esfera, pero ahí están Rubén Ruiz Díaz, Milton Carlos, Jesús ‘Cabrito’ Arellano, Magdaleno Cano, Ubirajara Chagas, Germán Ricardo Martelotto, Guillermo Franco, Francisco Avilán, Daniel Alberto Passarella y Víctor Manuel Vucetich, entre otros. Varios se cimbran en los lujosos palcos de un inmueble construido dentro del parque La Pastora, uno de los pocos pulmones que aún tiene Monterrey.

Los Rayados buscan aires nuevos y creen hallarlos en una zona que cuenta con el zoológico más emblemático de Nuevo León. Atrás quedó aquella enorme herradura llamada estadio Tecnológico. Dentro de algunos meses será simple cascajo, aunque el cúmulo de recuerdos que generó habita en cada corazón blanquiazul.

Esos que terminan de resquebrajarse cuando la enorme lona es retirada para presentar en sociedad, al lienzo verde en el que el Monterrey anhela plasmar los mejores trazos de su historia.

Siete décadas después, por fin tiene un hogar propio… Y es el más moderno en la hoy llamada Liga MX. Lo disfruta cualquier asistente, hasta aquellos que tienen más motivos para que se les anude la garganta.

Ninguno como Miguel Herrera, el hoy cuestionado ex director técnico de la Selección Nacional, quien guió al Monterrey a las finales de los Aperturas 2004 y 2005. Perdió ambas, aunque alcanzó a robarse el cariño del sensible pueblo rayado.

El ‘Piojo’ llega a la comida con la que se celebra la inauguración del recinto. Es su reaparición tras la abrupta salida del Tricolor. Sonríe, posa para innumerables fotografías y selfies, además de platicar con esas personas que lo conocen profundamente.

También es el primer evento oficial de Decio de María como presidente de la Federación Mexicana de Futbol. Él anunció la separación del estratega, pero no hay rencores; tampoco afecto desbordado. Un cordial saludo, nada más, en el inicio de una nueva era para el Monterrey.

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