Los ojos del mundo voltearon a ver la Copa de Oro. No por el nivel, sino por la polémica derivada de las “ayudas” arbitrales que ha recibido el Tri para llegar a la final del torneo. Sospechas de “arreglos” que se agravan en un contexto de corrupción que azota al balompié internacional, principalmente a la Concacaf y la FIFA.

#Robo: México y la Concacaf nos dejan fuera de la Copa de Oro”, tituló el portal Panamá América; “Maleantería y descaro en Atlanta”, describió la web canalera Crítica.

Prensa centroamericana indignada por la marcación de un penalti inexistente del árbitro estadounidense Mark Geiger, que terminó por salvar de la eliminación a México en el minuto 88 de las semifinales.

Los seleccionados panameños acusaron al organismo rector del futbol de la zona como “corrupto”. Denuncian que el Tri deja dinero por concepto de taquillas, patrocinadores y derechos de televisión que no generan combinados “modestos”, pero que en tiempos recientes han superado al cuadro mexicano en la cancha.

“Por supuesto que sí [hay beneficios para México]. Tomando en cuenta lo que está pasando en el mundo con la investigación de la FBI, en donde la Concacaf quedó como la Confederación más deshonesta de todas. No me extrañaría, y conociendo a los directivos del futbol internacional y viendo a los organizadores de esta copa, que es una porquería, donde no les ha interesado ni la salud, ni el espectáculo”, fustiga el periodista y ex futbolista Carlos Albert.

Irregularidades y negocio. Sí, la Copa de Oro tiene irregularidades que no ocurren en el futbol de Sudamérica o de Europa; se juega cada dos años y no cada cuatro.

“Somos una Confederación, necesitamos fogueo de los equipos, tenemos una plataforma de desarrollo, lo que nos va a ayudar que la competencia para las 41 selecciones del área suba de nivel. No hay planes ni necesidad de cambiarla a cada cuatro años”, justificó en entrevista con este diario en 2013, Enrique Sanz, ex secretario general de la Concacaf, quien está inhabilitado por parte de la FIFA para ejercer cualquier tipo de actividad relacionada con el futbol.

Además, el torneo siempre se lleva a cabo en Estados Unidos con viajes largos para jugar en varias plazas.

Por ejemplo, la Selección de Miguel Herrera tuvo que viajar más de 16 mil kilómetros en su aventura por la presente competencia.

“En cuanto a las sedes, se analizan la infraestructura para saber cuál es lo mejor y decidir”, ahondó Sanz.

“Sería ideal que se jugara en otro lugar. Me gustaría ver un torneo en Honduras, en Costa Rica, también en México. Pero no lo van a hacer por el negocio”, señala el comentarista Gerardo Velázquez de León.

“Business” redondo al jugarse en la Unión Americana, en donde hay un mercado de 35 millones de mexicanos, ávidos de futbol.

Si se toman en cuenta los boletos vendidos hasta las semifinales, 315 mil 46 aficionados asistieron a los primeros cinco juegos del Tricolor en la Copa de Oro 2015, tras recorrer las ciudades de Chicago, Phoenix, Charlotte, Nueva Jersey y Atlanta.

El costo promedio de las entradas para estos partidos es de 100 dólares, por lo que la Selección Nacional ha generado poco más de 31 millones de dólares, sólo por concepto de taquilla.

Por si fuera poco, una vez fuera los Estados Unidos, se tiene que jugar un partido de “desempate” entre los campeones de las dos últimas ediciones de la Copa de Oro para definir a la selección de la Confederaciones, el próximo 9 de octubre.

Un duelo que implica otra taquilla. Y qué mejor —en el terreno comercial— que fuera un clásico de la Concacaf entre México y el cuadro de las barras y las estrellas.

Hasta hoy, nadie del organismo del futbol de la zona ha salido a explicar las razones por las que se juega en Estados Unidos y no en territorio neutral para no favorecer a ningún equipo.

“La Copa de Oro tiene muchas singularidades. Es el único torneo en que tres equipos no califican, ni Canadá, ni México ni Estados Unidos. Es el único del mundo que se juega siempre en el mismo país. Como una galantería de repente se lo comparten a México en dos ocasiones. Es el único donde no suspende su Liga para jugar actualmente, la MLS sigue activa”, subraya Héctor Huerta, analista de ESPN.

“Es el único donde no hay sorteo público; es entre cuates, amañado. Es dirigido y privilegiando que no se encuentren los equipos más fuertes [sino hasta la final]. Es el único donde los actores de la competencia ganan mucho menos que los organizadores de la fiesta”, añade.

El sorteo de la Copa de Oro, que se llevó a cabo a puerta cerrada, definió los grupos de tal modo que el torneo parece diseñado para que la final la disputen los dos grandes protagonistas: el anfitrión Estados Unidos y su mejor invitado, México. Antes no se ven las caras, extrañamente.

Tanto es el interés de Concacaf en que México “le dé seriedad” a su torneo que obliga a los “verdes” a jugar con su equipo “A” y tener que mandar a un equipo alternativo a Copa América.

Curiosamente, Jamaica no tuvo problema para jugar en Conmebol con su mismo equipo, “europeos” incluidos.

Ideólogos investigados. Otra peculiaridad que tiene el máximo torneo de Concacaf a nivel de selecciones es que sus ideólogos y promotores están siendo investigados por el FBI.

Jeffrey Webb, Jack Warner y Chuck Blazer consolidaron esta competencia. Tres personajes que las autoridades estadounidenses han imputado por corrupción y ‘lavado’ de dinero.

En un documento del Departamento de Justicia de Estados Unidos se menciona que Blazer, en su calidad de secretario general de la Concacaf, “fue el responsable de negociar y vender los derechos de marketing y de transmisión del evento” y “entró en contacto, en representación de la Concacaf, con una compañía de medios con su base en México”.

En Centroamérica no olvidan ese contexto para hablar de un “robo”.

“Estamos consternados, hoy [el miércoles] pierde el futbol y más cuando hay situaciones y personas investigadas en diferentes organizaciones [por corrupción] y parece que esa investigación va a seguir”, lamenta Roberto Nurse, seleccionado de Panamá y elemento de Dorados de Sinaloa.

Su compañero, Aníbal Godoy, hace una acusación severa y “mancha” a la Femexfut: “La verdad es que sí hubo dinero, pasó lo mismo [ante Costa Rica], con distintos jueces, pero similar ¿qué puede creer usted? Es una palabra dura, pero digo que sí [México pagó] y lo digo porque nos han robado”.

En Costa Rica, país que sufrió la “mano negra arbitral” que favoreció a México en cuartos de final de la presente Copa de Oro dicen que la ayuda “es una cuestión de percepción”.

“A nivel de realidad, yo no podría responsablemente decir o afirmar que hay una discriminación específica o explícita por parte de FIFA. Lo puedes suponer, pero no lo puedes afirmar”, dijo Juan Carlos Rojas, presidente del Saprissa, al periódico tico La Teja.

Luego de la aprehensión en Suiza de Jeffrey Webb, Alfredo Hawit quedó como presidente interino de la Concacaf. Según el portal tico Radio Monumental, el dirigente se excusó para no emitir declaraciones sobre los árbitros.

Tras el Panamá-México, representantes de la Concacaf fueron cuestionados acerca de cuándo se dará una conferencia para explicar las sospechas que rodean al organismo. Esos personajes evadieron el tema.

Queda claro que la transparencia no es lo de la Concacaf, aunque la nube de señalamientos y acusaciones de corrupción para favorecer a la Selección Mexicana la invada.

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