Dentro y fuera del mundo de la moda, Mario Testino es conocido por la vivacidad de sus imágenes. Esta vitalidad que encanta al público es la fase más refinada de su estética, la cual es una mezcla de diversas influencias que se fue desarrollando poco a poco y que, desde hace dos décadas, se ha convertido en su fórmula para el éxito. No importa si son retratos de royals como la princesa Diana, campañas publicitarias o portadas de discos como “Ray of Light”, de Madonna (1998), su uso del color y de modelos y celebridades luciendo felices, hermosas y espontáneas se ha logrado crear un espacio en la cultura popular.

Hace unos días, el gobierno francés nombró a Testino como Caballero de la Legión de Honor. Esta condecoración, establecida por Napoleón Bonaparte y considerada como uno de los honores civiles más grandes de Francia, ha sido recibida por algunas de las más grandes personalidades de la moda , sin importar su origen, como Anna Wintour, Alber Elbaz, Giorgio Armani y John Galliano —a quien le fue revocada luego de su escándalo en 2011—. Testino recibió este honor en su ciudad natal, Lima, en manos del embajador francés en Perú, Fabrice Mauriès. Testino también es Oficial Honorario del Imperio Británico desde 2010 con una condecoración de su propio país.

Talento sureño. Testino (Lima, 1954) lo dejó todo en 1977: su familia —y los lujos que le proveían—, su ciudad natal, sus estudios de Economía y se mudó a Londres, que en ese entonces continuaba atrayendo a algunas de las mentes más creativas de la época para crear música, moda y publicidad. “Inglaterra me dio una gran calma, justo la que necesitaba, porque la gente ahí no trataba de encajar, sino de desarrollar sus estilos personales. En América Latina eso era imposible en ese tiempo”, recordó en una entrevista con The Guardian.

Seis años después, Testino logró su primera portada en Vogue y poco a poco se hizo de una clientela en la cosmética y la moda . Sin embargo, luchaba aún por expresar su identidad y al mismo tiempo complacer a sus clientes. La persona que liberó a Testino de este dilema fue Carine Roitfeld, exeditora de Vogue París y quien a principios de los noventa era una stylist que colaboraba frecuentemente para la revista Glamour. Juntos desarrollaron un estilo muy sensual que al poco tiempo atrajo la atención de Tom Ford, entonces director creativo de Gucci. “Carine me motivó a expresar un estilo fotográfico sudamericano y me sugirió que lo aplicara al resto de mi trabajo en el mundo de la moda. Esos fueron los años dorados en mi carrera”, dijo. El resultado fue una serie de campañas que expresaban la sensualidad de los diseños de Ford de una manera más juguetona que el resto de las fotos en su primera etapa como fotógrafo.

Luego del fichaje de Gucci, la carrera de Testino subió como la espuma y más cuando realizó una mítica sesión fotográfica de la Diana de Gales para la revista Vanity Fair en la que lucía cómoda y radiante. Al poco tiempo siguieron Madonna, Gwyneth Paltrow, Victoria Beckham y Kate Middleton, como clientes y amigos personales.

Ante la inolvidable sesión de la “Reina de Corazones” que pasó a la historia, un medio español le preguntó recientemente por qué se resistía a fotografiar a la realeza de España, y el fotógrafo respondió: “una vez pedí fotografiarlos, pero hasta ahora no lo hemos conseguido. Letizia es guapísima. El Rey es un hombre también muy presente, se le ve muy correcto, muy serio, muy responsable. A mí me gusta. Siempre estoy seducido por lo que es el rigor”.

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