No es un logro cualquiera. En 125 años de existencia, ninguna modelo de talla extra había aparecido en la portada de la edición norteamericana de Vogue.

Ashley Graham (Nebraska, 1987) es hoy la primera maniquí en conseguirlo: la joven engalana la edición de marzo junto a otras seis bellezas, en un especial que celebra la diversidad y el poder femenino.

Cuando la norteamericana comenzó a modelar a los 16 años –luego de ser descubierta en un centro comercial de su estado natal– no imaginó ser ella quien abriría las puertas de la industria a otras mujeres con curvas.

El año pasado, Graham hizo historia al ser seleccionada como protagonista del número de trajes de baño de la afamada revista Sports Illustrated, donde suelen mostrarse únicamente
cuerpos delgados y atléticos.

La modelo desafía los cánones establecidos con medidas de 96-96- 116, las cuales no han sido un impedimento para aparecer también en las cubiertas de títulos como Glamour, Harper’s Bazaar, Elle, W, Cosmopolitan, entre otros. Sellos como H&M, Forever 21 y Marina Rinaldi la han convertido en su imagen gracias a que encarna un concepto de belleza olvidado: el de la mujer real. Incluso, hace unos meses, la marca Mattel presentó una versión de su icónica muñeca Barbie hecha a la imagen y semejanza de Graham.

Su popularidad en redes sociales –en Instagram acumula más de 3 millones de seguidores– la motivó a colaborar con la firma canadiense Addition Elle para lanzar una colección de lencería dirigida a mujeres de talla extra, la cual ha generado más de 1.6 millones de dólares en ventas.

Bajo el reflector

La polémica siempre ha rodeado su carrera. Ya sea porque sus medidas no encajan con los estándares de agencias o firmas de moda, o porque hace unos meses perdió peso de manera considerable, su imagen es noticia constante. Su reciente portada para Vogue no es la excepción: la norteamericana luce más delgada de lo normal en las fotografías, además de que es la única que viste totalmente de negro.

Por si fuera poco, se acusa también a la publicación de alargar la mano de la modelo Gigi Hadid en un intento por cubrir su cintura.
Graham salió rápidamente a la defensa de la sesión: “Yo elegí esa pose; nadie me dijo cómo hacerlo”.
Este hecho sorprende porque desde que la joven saltara a la fama ha defendido mostrar la belleza femenina tal cual es; incluso, en 2015 formó parte de la campaña “I’m No Angel”, presentada por la marca Lane Bryant y la cual era una clara protesta al concepto publicitario de una firma de lencería que identificaba el cuerpo perfecto con siluetas delgadas.

Hace unas semanas, se ganó el aplauso de miles de sus seguidores en Instagram por compartir una fotografía en traje de baño que exponía la celulitis en su piel y en cuyo pie podía leerse: “Entreno. Hago todo lo posible por comer bien. Amo la piel que tengo. Y no me avergüenza tener algunos rollitos o celulitis… A ustedes tampoco debería”. Ashley Graham demuestra que la belleza real también abre puertas.

Frase

“En un principio me dijeron que nunca estaría en las páginas de una revista… He estado en 11 en sólo

dos años.”

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