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Lo que la historiadora y socióloga Beatriz Ramírez Woolrich comenzó hace 25 años como una aventurada exhibición de tamales para festejar los primeros 10 años del Museo Nacional de Culturas Populares se ha convertido ahora en uno de los atractivos gastronómicos más importantes de ese recinto ubicado en Coyoacán. En esa primera semana, recuerda la principal impulsora de esta feria que desde hace varios años se realiza cada 2 de febrero, acudieron unas 10 mil personas en 10 días. Ahora, en una sola semana el museo recibe hasta 50 mil personas.

Estas cifras, dice, reflejan el éxito que ha tenido este evento gastronómico que nació hace más de dos décadas, después de que dedicara dos años a ir de biblioteca en biblioteca rastreando recetas; de restaurantes a puestos de tamales, de casas familiares a escuelas y representaciones gubernamentales en busca de propuestas diferentes para preparar este alimento que tiene su origen en la época prehispánica y que hasta ahora sigue siendo primordial en la gastronomía mexicana.

“La cultura del tamal sigue muy viva… la gente la retoma y la actualiza”, sostiene en entrevista la especialista. “Cuando al principio hablé de la idea de hacer una feria del tamal, la gente me decía: ‘¿tamales?, pero si todo mundo los conoce, todos son normales, iguales’. Pero para ellos los ‘normales’ eran los de su casa, los de su barrio y pensaban que todos los conocían. Fue muy interesante porque de pronto la gente descubrió algo con lo que convivimos todos los días, pero no habían visto que había una gran variedad, de todas las regiones del país, incluso de países amigos”, rememora Ramírez Woolrich.

Ahora, señala, justo lo que busca esta feria es mostrar esa diversidad culinaria y las nuevas propuestas que hay en torno a este alimento. En esta edición, que se realizará del 27 de enero al 2 de febrero, participarán 35 productores de diferentes estados del país y de ocho países invitados de América Latina, como Bolivia, Chile, Colombia, Honduras y Panamá.

A pesar del mestizaje y los modernos ingredientes que ahora se utilizan para prepararlos, esas casi 370 variedades de tamal que hasta ahora se tienen registradas en todo el país conservan su tradición prehispánica porque mantienen el arraigo de los elementos de la tierra, de la naturaleza, enfatiza la especialista. En algunos sitios, dice, los ingredientes dependerán de la época, de lo que la tierra les esté brindado en ese momento. “Todos conservan algo prehispánico; desde la hoja, ya que es ahí donde está presente el grano sagrado, el maíz”, añade.

Otra de las particularidades que conserva el tamal, añade la antropóloga, es que se trata de un alimento comunitario. “Siempre hemos festejado con tamales porque es un alimento comunitario. Si dices que te comes un taquito o un sandwich, lo preparas para ti, es algo individual; pero los tamales se hacen en comunidad, implica una interacción social mucho más amplia”, señala.

El año del maíz. Esta vez, la XXV edición de la Feria del Tamal del Museo Nacional de Culturas Populares forma parte de la serie de actividades complementarias que el recinto organiza en torno a la exposición La milpa. Espacio y tiempo sagrados, que se exhibirá todo este año.

Según el director del museo, Rodolfo Rodríguez, esta exposición será el eje temático de 2017. La muestra presenta una selección de 150 piezas de arte popular y prehispánico, así como imágenes, fotografías y videos de la colección del museo, y otros acervos particulares.

El museo se ubica en Avenida Hidalgo 289, Colonia Del Carmen

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