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Para mayo o junio de 2017, la escultura ecuestre de El Caballito tendrá una nueva piel. Posiblemente una de color verde oscuro que tomará en cuenta el acabado verde-marrón que le dio Manuel Tolsá hace más de 200 años, y la opinión de la ciudadanía, que en los últimos años la ha conocido en un tono más opaco.

Después de tres meses de trabajos de diagnóstico, restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) anunciaron ayer que la escultura que en 2013 fue dañada con ácido nítrico por una empresa no profesional contratada por el Gobierno de la Ciudad de México entra ya en la etapa de restauración. Ese proceso llevará unos siete meses y tendrá un costo de poco más de 5.5 millones de pesos, cantidad que se suma a los dos millones que se gastaron en una primera etapa que consistió en la valoración de los daños. En total, la recuperación de la escultura dedicada a Carlos IV tendrá un costo de siete millones y medio de pesos. Estos recursos serán aportados por el gobierno capitalino y, según  Liliana Giorguli, directora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, también contarán con el apoyo de un particular que aportará 350 mil pesos.

Ayer, en una conferencia de prensa realizada en el Museo Nacional de Arte, la restauradora que coordina al equipo de especialistas encargados de la recuperación de la escultura, dijo que gracias a los análisis que se realizaron a la escultura y a su pedestal en los últimos tres meses se logró conocer sus elementos constitutivos y los deterioros que ha acumulado a lo largo de 200 años de vida. Comentó que uno de los hallazgos más importantes fue la identificación de los restos del acabado orgánico, en un tono verde-marrón, con que el escultor valenciano recubrió la escultura fundida en una sola pieza.

De ese acabado original, precisó la restauradora Jannen Contreras, sólo queda 8%, ya que, además de los deterioros por el paso del tiempo, la fallida intervención de 2013 “dio al traste con todo lo que hubiera quedado”. “Las afectaciones de la escultura fueron de 45%, generó un decapado y una pérdida de materiales que aún debieron conservarse”, dijo.

Ahora, el gran reto para los restauradores será precisamente darle una unidad visual a la escultura, que actualmente luce de varios colores. “La gente lo quiere como estaba, pero también hay que reflejar el dato tecnológico que hemos encontrado”, señaló Contreras, quien aseguró que se efectuarán diversas medidas para determinar el color del acabado final, uno con el que la ciudadanía “se pueda sentir identificada”. “Será verde oscuro, no tan oscuro como lo recuerdan”, dijo.

Respecto al pedestal, el arquitecto  Arturo Balandrano, coordinador de Monumentos Históricos del INAH, señaló que se atenderán las alteraciones de los pilares de piedra, área que también fue afectada con ácido nítrico; asimosmo se realizará una limpieza general del monumento para eliminar grafitis y suciedad acumulada.

Liliana Giorguli indicó que una vez culminada su recuperación, El Caballito será sometido a monitoreos. Además, elaborarán un manual de conservación específico que dará los lineamientos para futuras intervenciones de la escultura y su pedestal.

Los investigadores también dieron a conocer el micrositio: www.elcaballito.inah.gob.mx, en el que ya se puede ver información sobre el proyecto.

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