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Hoy es considerado el inventor de una de las obras hidráulicas más sobresalientes en América. Su apellido se usa de referencia para hablar de uno de los sitios mexicanos inscritos en la lista de Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la UNESCO, pero poco se sabe de su vida. ¿Quién fue el Padre Tembleque?

Más allá de sus conocimientos en ingeniería hidráulica y que logró plasmar en una emblemática obra constructiva el contacto de la civilización europea con la mesoamericana, del fraile franciscano sólo se sabe con certeza que a su llegada a América adoptó el nombre de un santo (San Francisco de Asís) y tomó como apellido el nombre de su pueblo natal, la localidad de Tembleque, en Toledo, España.

Sin embargo, luego de seguir los rastros del fraile en documentos bibliográficos y hemerográficos, en México y España, Aldo Roberto Rivero Pastor, cronista y notario público de Puebla, asegura que el nombre real del Padre Tembleque era Miguel.

Dicho dato, explica Rivero, se encuentra en el “Memorial ilustre de los famosos hijos del real, grave y religioso convento de Santa María de Jesús”, del monasterio de Alcalá de Henares, obra de Fray Diego Álvarez, a donde el fraile habría ingresado en 1508, antes de iniciar su viaje al Nuevo Mundo.

Esta información poco conocida surge de la consulta de antiguos libros que el historiador poblano, en colaboración con el arquitecto Rafael Barquero Díaz Barriga, subdirector del Centro INAH Puebla, emprendió desde 1999, motivado por el padre Ángel Cerda Córcoles, fundador del Patronato Acueducto Tembleque, para seguir los rastros del fraile franciscano.

Además de las consultas documentales, visitaron su pueblo natal, en Toledo. Allí, relata el historiador, encontraron referencias relacionadas con la vida del fraile, como un retrato alusivo de manufactura contemporánea, que muestra al padre con un gato, el mismo que según la leyenda le proveía de alimentos mientras vivió entre los indígenas de la región. Una calle con su nombre lo recuerda como uno de los personajes célebres de esa provincia.

Según los documentos en el Archivo General de Indias en España, el padre es enviado a México en 1548, comenta Rivero Pastor. A su llegada, refiere, vio la necesidad de erigir un acueducto para proveer de agua a las poblaciones marginadas ubicadas entre el actual estado de Hidalgo y la Ciudad de México, aunque con pocos conocimientos en ingeniería y escaso apoyo económico de la Corona española. “Fue un hombre culto y sensible que hizo una labor social admirable”, recalca el historiador.

Según Barquero Díaz Barriga, para construir el acueducto, el padre habría retomado algunas nociones constructivas del acueducto de estilo romano de Segovia y de otro que se conserva cerca de su pueblo natal.

A ello, comenta, se unieron los conocimientos de ingeniería y construcción prehispánica, para hacer en 17 años, de 1554 a 1571, uno de los acueductos más emblemáticos en el país.

Su llegada a Puebla. Después, el Padre Tembleque se trasladó a Puebla de los Ángeles. Para entonces era ya de edad avanzada y estaba a punto de perder la vista. Ciego, ayudado por un lazarillo que intentó asesinarlo, el Padre pasó sus últimos días en el Convento de San Francisco de Puebla, donde falleció entre 1589 y 1590.

En los últimos años, Rivero Pastor y Barquero Díaz Barriga, en colaboración con la arqueóloga Rocío Vázquez Loom, se dieron a la tarea de identificar el sitio específico donde se encontrarían los restos del fraile en el templo de San Francisco de Puebla.

Después de un proceso de documentación y análisis de los planos del edificio religioso, su investigación apuntó a que el padre debió ser sepultado a espaldas del altar de la Virgen Conquistadora de dicho convento, donde actualmente se encuentran los restos del beato Sebastián de Aparicio, que a 400 años de su fallecimiento, permanece conservado y expuesto en una urna de cristal.

“No hemos podido ubicar entre los archivos el asiento del acta que especifica el lugar exacto donde está enterrado porque es documentación del siglo XVI que está incompleta, porque algunos archivos fueron sustraídos por los propios franciscanos o fueron quemados durante la Guerra de Reforma, o cuando el Convento funcionó como cuartel, durante los procesos revolucionarios, pero la referencia es que los frailes eran inhumados cerca del muro norte del templo”, explica Díaz Barriga.

Gracias a esto, recientemente fue colocada en la barda atrial del Convento de San Francisco de Puebla una placa de azulejos de cerámica de talavera poblana para indicar que ese sitio fue la última morada donde estuvo el Padre Tembleque.

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