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Especialistas del Comité Científico para la recuperación de El Caballito están en busca de una nueva piel para la escultura ecuestre de Carlos IV, la cual fue dañada con ácido nítrico por trabajadores no profesionales en 2013.

Uno de los últimos estudios que realiza este Comité, que fue integrado por investigadores de diversas instituciones para crear una propuesta de restauración, ha sido el de las pruebas de pátinas y acabados que se utilizarán para restituir la apariencia de la escultura de Manuel Tolsá. Los resultados preliminares de este análisis, a cargo del restaurador de bienes muebles Mauricio Benjamín Jiménez, indican que para devolverle el aspecto a la pieza se deberán seguir al menos cuatro pasos.

Lo primero y más urgente, explica en entrevista Jiménez, quien también funge como coordinador del Comité, es lavar la escultura con agua destilada para eliminar los restos de contaminantes que aún pueda conservar en su superficie. “Independientemente de que se terminen o no todos los estudios, sabemos que con carácter de urgente, antes de que comiencen las lluvias, debería lavarse toda la escultura para eliminar todos los restos del ácido nítrico y los restos de contaminantes que se han ido depositando en la superficie porque debe estar cubierta de una capa de polvo impresionante, todo eso hay que quitarlo ya, simplemente con lavados de agua destilada”.

Según análisis previos, el ácido nítrico ya no está activo, ya que las lluvias que siguieron a la intervención errónea enjuagaron la escultura, pero los especialistas ven necesario verificar el PH de la estatua y el pedestal.

“En algunos casos se tienen que aplicar lavados más intensos, quizá con agua a presión o poner compresas de celulosa o de otros materiales con agua para que extraigan todos los contaminantes y los productos radioactivos”, detalla el restaurador.

El siguiente paso será homogeneizar la superficie que después de ser atacada con el ácido quedó en tonos rosa y azul. “Tenemos que decidir qué va a pasar con las áreas que no las atacó el ácido nítrico, en esa áreas hay restos de recubrimientos que se aplicaron a lo largo del siglo XX, los cuales están muy dañados. Desde el punto de vista de conservación del monumento, lo ideal sería eliminarlos de manera controlada sin afectar el metal ni las patinas, simplemente eliminar los más recientes con un disolvente orgánico para lograr la mayor uniformidad posible. Esto no significa que lo vamos a dejar rosa, con el metal expuesto, como quedó después de la intervención de 2013”, explica Jiménez.

Indica que esta es la opción recomendada, pero también es posible conservar esos recubrimientos como “documento histórico”.

Una vez eliminados esos recubrimientos, los restauradores que estarán a cargo de la recuperación de la escultura deberán trabajar en el tratamiento de patinado, el cual podría ser a través de un químico que hará reaccionar el cobre expuesto o de la aplicación de un material orgánico. Para hallar la fórmula adecuada, Jiménez y la profesora Francisca Franco (de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco) realizan una serie de pruebas de pátinas sobre probetas de fundición que se lograron mediante la toma de pequeños fragmentos de El Caballito. “Se tomaron piezas de metal de la escultura, de aproximadamente un centímetro cúbico. Luego se analizaron con diferentes técnicas nucleares para identificar los elementos que componen la aleación, se consiguieron los metales puros y se reformularon tres aleaciones con las que estamos haciendo las pruebas de patinado”, describe Jiménez, quien asegura que las muestras tomadas de la escultura se hicieron de la forma menos invasiva posible.

“Este estudio se dejó hasta el final porque se necesitaban datos de los otros, como el de composición de la escultura para poder hacer las reproducciones”, apunta el restaurador. En ello participaron investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, del Instituto de Física de la UNAM y de La Escuela Superior de Ingeniería Química del IPN.

Como último paso para la futura intervención de El Caballito, Jiménez plantea la necesidad de colocar un recubrimiento preventivo que funcionará como una capa de protección de los agentes contaminantes y con lo cual se evitaría el mantenimiento constante de la escultura. “En el andamio que está actualmente dejamos tres pruebas de metales nuevos y en menos de tres meses ya estaban oscurecidos por la atmósfera corrosiva del centro de la ciudad. Por eso, al final de toda la intervención, habría que aplicar un recubrimiento que proteja al metal de toda la escultura, uno que tenga la máxima vida útil posible para que cuando se necesite de mantenimiento no sea complicado y sea una intervención menor”, señala.

Falta de continuidad detiene diagnóstico y restauración. Las pruebas para encontrar el tipo de recubrimiento adecuado es uno de los estudios que este Comité Científico tiene pendiente. Los otros faltantes son: un análisis electroquímico para evaluar el comportamiento del metal con la atmósfera de la Ciudad de México, uno sobre la evolución de los productos de corrosión y otro para determinar la humedad en el interior del pedestal.

“Estamos ahora un poco atorados porque no hubo continuidad con las autoridades”, dice Jiménez, quien ha coordinado al equipo multidisciplinario que desde principios de 2014 trabaja en una serie de análisis para elaborar un diagnóstico de los daños de la escultura y proponer una ruta para su restauración.

Aunque las instancias involucradas, Fideicomiso del Centro Histórico y Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura (SC), han señalado que los trabajos para la recuperación de El Caballito van avanzando y que su restauración podría comenzar el primer semestre de este año, Jiménez asegura que las autoridades no han tenido acercamiento formal con el grupo de especialistas que él coordina, por lo que no ha sido posible elaborar el diagnóstico final, mucho menos diseñar el proyecto de restauración.

La última reunión formal que sostuvieron, dice, fue en octubre del año pasado, cuando el Gobierno de la Ciudad de México y Conaculta (ahora SC) firmaron el convenio de colaboración para la restauración.

“Nosotros nos hemos estado reuniendo a título personal, ninguna autoridad nos ha convocado… Con el Comité Científico no ha habido un seguimiento continuo. Aunque ellos tengan toda la información, necesitan una conclusión de esos datos y, que yo sepa, no se ha iniciado ese proceso”, indica.

Jiménez asegura que, una vez culminados esos estudios pendientes, procederán a realizar el diagnóstico final. Para ello se necesitarán al menos unos dos meses. Después, añade, lo ideal sería que el Comité Científico se reuniera con otros expertos en restauración y conservación para discutir cuál será la propuesta de intervención. Esto, dice, para evitar que “alguien en algún despacho haga un proyecto que no tenga nada que ver con los estudios que se han hecho”. Los encargados de la restauración serán elegidos mediante licitación.

Además, debido a la temporada de lluvias, el restaurador ve poco probable que la restauración de El Caballito comience en los próximos meses. “Las lluvias nos ponen un problema, la última parte del patinado y la protección final se tiene que hacer en temporadas secas, con la menor presencia de humedad posible”, dice.

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