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El proyecto cultural, museográfico, turístico y de toma de decisiones gubernamentales para la capital, Futura CDMX, cuya principal atracción será la Gran Maqueta de la Ciudad de México y su espectáculo multimedia sobre la evolución histórica de esta urbe, “chafeó”, quedó “minusválido”, está en “una caja de cartón”, coinciden los arquitectos Miquel Adrià e Iván Valero, quienes estuvieron a cargo de dar forma a la iniciativa en sus primeras etapas.

La Gran Maqueta fue anunciada en noviembre de 2013 por el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera, y debía estar lista con el resto de Futura CDMX desde octubre de 2014, pero todo el proyecto sigue con retrasos y con un edificio cuestionado por construirse con desidia y mala calidad, a juicio de Valero y Adrià.

Ambos arquitectos, artífices originales de la iniciativa a cargo de la Agencia de Gestión Urbana (AGU) y quienes dejaron el proyecto en diciembre pasado con críticas por cómo se estaba realizando, fueron llamados de “de urgencia” por la dependencia este septiembre, para proponer “correcciones”.

Según Adrià, aceptaron volver al proyecto, aunque en su propuesta sólo podrán hacer correcciones durante las próximas cuatro semanas en el vestíbulo del edificio ubicado en el que fuera el Teatro de las Vizcaínas, en el Centro, un inmueble sin valor histórico adquirido en 2000 por la administración local por 6.5 millones de pesos.

Futura CDMX, según la AGU, ha costado hasta el momento al erario 60 millones repartidos en la reconstrucción del edificio que albergaba el teatro, que estaba en ruinas y del cual se rescataron apenas las bardas perimetrales, en el equipamiento y en la elaboración de la maqueta de 18 por 13 metros. Otros 16 millones fueron para los contenidos multimedia.

A esos 76 millones se sumarán 650 mil pesos para que Adrià y Valero hagan cambios sólo en el vestíbulo, que a su juicio terminó como de una “fábrica”.

Ambos arquitectos aducen que la empresa contratista Multiservicios, a cargo del proyecto que obtuvo sin licitación, sólo tiene experiencia en infraestructura básica, como banquetas, y no en edificios sofisticados, y además asignó la supervisión de obra a una filial, cuando debió dejar esa tarea a los proyectistas o a un estudio independiente.

Además, les sorprende que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) haya avalado que en la construcción del inmueble se usaran materiales “chafas” y cambios que demeritan su calidad.

Malas decisiones. Entre los defectos que señalan en el edificio destacan errores en fachada, celosías mal hechas por donde se filtra agua de lluvia y muros “parchados” de concreto y un vestíbulo que dan una imagen más de “fábrica” que de recinto moderno que represente a la Ciudad de México; además de que se desechó una escalera arquitectónica prevista como referente del inmueble, dejando otra versión.

“Se perdió calidad espacial, calidad en la experiencia arquitectónica y museística”, lamenta Valero, arquitecto español y director del despacho internacional de arquitectura Bandada!, en entrevista con EL UNIVERSAL.

Más allá de ello, Adrià, director de la revista de Arquine, autor de más de 30 libros sobre arquitectura y encargado de la restauración del hotel Cortés en el centro de la capital, reprocha en entrevista que en el resultado final se haya desperdiciado la oportunidad de que el edificio de Futura CDMX “fuera la expresión de lo mejor que se puede hacer en una ciudad que ha sido capaz de tener el Templo Mayor, de contar con palacios maravillosos en el Centro Histórico más grande y rico de toda Latinoamérica, de haber construido la Ciudad Universitaria más extraordinaria del mundo o de levantar edificios de primer nivel en la época moderna como la Torre Bancomer”.

En entrevista, René Bolado, director de Estrategia y Funcionalidad Urbana de la AGU, responsable del proyecto, desestimó las críticas —también difundidas por Adrià en un artículo publicado en agosto en Arquine—, a las que considera “inconsistentes” y “desactualizadas”, y destacó el valor cultural y de gobierno del centro interactivo.

Destaca también las aportaciones que tendrán la Gran Maqueta —a escala 1: 2500-, sobre la que se proyectará un espectáculo multimedia para 240 personas a la vez sobre la evolución histórica de la ciudad y con duración de ocho minutos, además de otra sala con nueve espacios interactivos.

Indica que durante el día, los capitalinos y turistas tendrán información sobre lo que significa la ciudad de México en términos históricos, continentales o culturales. Por las tardes, subraya, el centro interactivo servirá para reuniones del gabinete de Mancera o de sus dependencias para toma de decisiones a partir de la información que emane de la Gran Maqueta, de los mapas o de sus otros espacios interactivos.

Al respecto, Adrià y Valero coinciden con el funcionario de la AGU en destacar la calidad e importancia de la maqueta, de los contenidos que en ella se proyectarán y de los espacios interactivos en Futura CDMX, pero justo por ello dicen que éstos necesitaban que el edificio que los albergara estuviera a su altura, pero que fue hecho con “desidia”.

Bolado reconoció que ha habido retrasos con Futura CDMX, cuyo plazo límite para inaugurarse es octubre.

Al momento de la entrevista se hacían pruebas de calibración o de cómo caían los mapas sobre la maqueta, pero no se había contratado al personal que laborará en el inmueble, que incluye una tienda de recuerdos. Y ni siquiera se conocía aún quién sería su titular. A ello se sumarán cuatro semanas que Adrià asegura que requerirá la nueva intervención al vestíbulo.

Tampoco había claridad sobre cuánto se va a cobrar a los visitantes por entrar, pues aunque es una oficina de gobierno para toma de decisiones, la población en general deberá pagar boleto de entrada para ver la gran maqueta y los nueve espacios interactivos en la planta superior.

El funcionario de la AGU añadió que tampoco se sabía cuánto va a costar periódicamente el mantenimiento del edificio, de la maqueta o de sus nueve espacios interactivos, ni en cuánto saldrá la actualización de los contenidos audiovisuales elaborados por la empresa Mediapro ni con qué frecuencia se modificarán.

Del costo del mantenimiento del edificio, Iván Valero dice, en entrevista por separado, que aunque es difícil saberlo, la baja calidad de construcción permite pensar que “será fuerte”.

“Hay muchas cosas que en lugar de ser material propio son concretos pintados, la pintura acabará cayéndose. En lugar de tener todos los sistemas para resistir cualquier sismo, han hecho elementos mucho más rígidos que envejecerán bastante peor. La sala de la maqueta no tendrá problemas, sobre el resto tenemos que ver exactamente cómo se va a acabar para saber cómo será su envejecimiento”, dice.

“Sí se tenía previsto en la parte museográfica una cierta inversión continúa en la renovación de contenidos, la gran gracia de la maqueta es justamente que se pueden renovar los contenidos que se van a proyectar en ella, y al final la gran pena de todo esto es que hay un proyecto museográfico muy potente, culturalmente esto es excelente, pero está metido en una caja de cartón, es una gran pena”, lamenta Iván Valero.

Miquel Adrià realizó el anteproyecto conceptual que incluía un criterio general arquitectónico y otro sobre contenidos, mientras que el estudio de Valero, Bandada!, fue contratado por Multiservicios para el proyecto arquitectónico de la obra, pero se retiró de ella a finales de 2014 cuando ésta se despegó del plan consensuado y aprobado incluso por el INAH, con base en el original de Adrià.

“Efectivamente, la construcción chafeó, de las soluciones que estaba proponiendo Valero y su equipo, buscaron la versión más chafa, que afectó al proyecto, tanto que tuve la oportunidad de quejarme una vez con Mancera. Él me preguntó: ‘Oye, ¿cómo va el proyecto?’. ‘¡De la chingada! Lo están haciendo muy mal’, contesté. ‘¡Cómo!’, dijo. Y se fue enfurecido, sacado de onda, como que a él le estaban dando otra información”, cuenta Adrià.

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