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Sea en México o en cualquier ciudad del mundo, los corredores culturales se rigen por una premisa básica: su naturaleza tiene como fundamento el impulso de la sociedad civil, se van creando a través del tiempo en distintas zonas de la ciudad, ya sea por su historia, personajes que la han habitado o por sus características urbanas y potenciales artísticos, pero no por deseo institucional prefigurado y prediseñado.

En las principales avenidas del mundo, sea en los Campos Elíseos, en París; en la Avenida de Mayo, en Buenos Aires; o alrededor del Parque El Retiro, en Madrid, existe oferta cultural sin que se trate de un corredor cultural.

El arquitecto Felipe Leal, subdirector del Seminario de Cultura Mexicana, asegura que la alta afluencia de espacios comerciales, financieros, artísticos, culturales y gastronómicos no hacen que el Paseo de la Reforma sea un corredor cultural. “Reforma es la principal avenida de la ciudad de México, no es un corredor financiero, turístico, de servicios, es un corredor urbano en el sentido amplio, y eso rebasa la condición cultural”.

Puesto así, ¿cuál es la lógica de los corredores culturales?, ¿a qué dinámica responden?, ¿son impulsados por la comunidad?, ¿determinados por un espacio cultural que sirve de ancla y motor para su desarrollo?, ¿son espacios que nacen o se hacen?

Estas y otras preguntas las analizan los arquitectos Felipe Leal y Alejandro Hernández Gálvez, y la promotora cultural Ana Elena Mallet, esta última, coordina la programación del Corredor Cultural Roma-Condesa, el perímetro más emblemático de arte y cultura en la ciudad de México. Y a los que se suman, por lo menos, otros dos corredores culturales: Centro Histórico y Coyoacán-San Ángel.

Los corredores culturales son más que una calle o una avenida con oferta cultural, aunque los hay que cumplen esta característica lineal; son más bien espacios, barrios y colonias con una infraestructura cultural para la cultura.

En el contexto de la discutida construcción del Corredor Cultural Chapultepec, que planean arranque en la Glorieta de los Insurgentes y llegue hasta la calle de Lieja, donde se encuentra el Centro de Cultura Digital, arquitectos y promotores culturales analizan la lógica de los corredores culturales.

Aunque se solicitó a la gente del proyecto Chapultepec, información sobre las siete áreas culturales, éstos respondieron que lo definirán a partir de la consulta ciudadana que el gobierno de la ciudad llevará a cabo el próximo 27 de septiembre.

Alejandro Hernández Gálvez, arquitecto, editor y profesor de proyectos y teoría de la arquitectura, asegura en entrevista que llamarle corredor cultural como algo predefinido es un poco engañoso, pues él es más bien de la idea de que espacios así se van formando por varias condiciones. “No quiero decir que se formen al azar o con el tiempo, se forman porque distintas circunstancias urbanas, sociales y económicas hacen que esto sea viable”.

El crítico de arquitectura que es parte de Otro Chapultepec, grupo formado a partir del proyecto Corredor Cultural Chapultepec, dice que uno de los ejemplos de esos que llamamos corredor cultural es la Quinta Avenida, en Nueva York, que empieza un poco antes de Central Park y hasta mitad del parque y a lo largo del cual hay dos grandes museos, el Metropolitan y el Guggenheim, así como algunas galerías y pequeños museos. “Se asume que es un corredor cultural porque hay infraestructura para la cultura, hay grandes museos y espacio público donde pueden pasar cosas pues además del parque está el zoológico”.

Hernández Gálvez lleva su ejemplo a la cotidianidad, dice que esa dinámica funciona de la misma manera en el Centro; alguien pone una tienda de material para electricidad, a los dos meses alguien pone otro local enfrente y luego llega otra tienda, y entonces se va volviendo la calle Victoria, llena de comercios de material eléctrico.

“Es un proceso que más que estar diseñado desde un principio por alguien, se va dado poco a poco; evidentemente puede ser de otra manera, puede ser como los grandes ejes urbanos que empezaron en la ciudad en el siglo XIX, pensemos en Washington donde hay ejes monumentales, hay ejes políticos y hay ejes culturales. A mí me gusta mucho una diferencia que hace un arquitecto que tiene más de 80 años, Christopher Alexander”.

El miembro del grupo Otro Chapultepec que cuestiona el Centro Cultural que el gobierno capitalino quiere desarrollar allí, asegura que Alexander habla de la diferencia entre ciudades artificiales y ciudades naturales. “Suena un poco raro porque toda ciudad es un artificio, pero para Alexander las ciudades naturales son las que se van haciendo poco a poco, por el paso del tiempo y por la aglomeración de cosas que van sucediendo; no es que no se planeen, se van planeando por pedazos y al final terminan haciendo algo. Y las ciudades artificiales, las que se plantean casi casi de un solo golpe, como Brasilia o como Chandigarh”.

El arquitecto Felipe Leal, asegura que un corredor cultural surge de forma espontánea y se va haciendo con el tiempo. “Se ha hablado mucho del corredor cultural de la Roma, el corredor cultural de la Condesa, estos se han ido haciendo con el tiempo, no se hacen por decreto, ni se construyen de golpe, hay que hacer una separación entre lo que es un corredor cultural y lo que es un centro cultural”.

Esa es la misma idea de corredores culturales que tiene la promotora Ana Elena Mallet. “Los corredores no surgen de una ocurrencia, sino de una programación que ya existe dentro del barrio, son museos que recorrer, cosas cercanas unas a otras, es darle sentido a esa programación y a esas propuestas que ya existen”.

La coordinadora del Corredor Cultural Roma-Condesa dice que estos espacios surgen de la sociedad civil, no de las instituciones, y se aglomeran en una zona y a partir de ahí les damos el mote de corredores culturales. “Quizás como lo que ha sucedido con el Roma-Condesa se les da una organización y se les hace un poco más visible. El corredor cultural es el título final que se le pone a una propuesta y a una dinámica que ya existe,”.

Para Felipe Leal un corredor cultural prefigurado, prediseñado para que ahí se asienten las cosas es un contrasentido, porque por naturaleza es un espacio urbano y lo va haciendo la sociedad; dice que los centros culturales sí los organizan las instituciones pero tienen otra dimensión. “Pensar que en este segundo piso (de Chapultepec) se va a generar un corredor cultural es absolutamente incorrecto”.

Alejandro Hernández rescata la clasificación de Alexander para decir que dentro de las ciudades hay barrios naturales y artificiales, e igual corredores culturales naturales que se van dado porque la gente se agrupa; y que es distinto cuando se planea desde un organismo institucional que dice “allí va un museo y allí va otro y se organiza un eje casi simbólico”.

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