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El clarinetista mexicano Sócrates Villegas, de 34 años de edad, fue nombrado recientemente como segundo clarinete de la Philadelphia Orchestra, una de las orquestas más importantes del mundo. El lugar lo obtuvo tras ganar una serie de exigentes audiciones y estar todo un año a prueba. Acceder a una silla de una agrupación musical de alto prestigio es uno de los retos más difíciles para un músico.

Villegas, quien inició su carrera en una banda que tocaba en fiestas y procesiones religiosas, fue clarinete principal con la Orquesta Filarmónica de la UNAM y la Orquesta Sinfónica de Minería. Ha ocupado puestos de clarinete en la Orquesta Filarmónica de Jalisco, en la Filarmónica de Toluca, y en la Orquesta de la Ciudad Internacional de París. Ha sido solista con numerosas orquestas en nuestro país y ha ganado innumerables concursos. En México, dice, hay mucho talento musical que no cuenta con apoyos para forjar una carrera profesional.

¿Cómo fue el proceso para ingresar?

El ingreso se dio a un año de trabajo, pero en realidad fue el año en el que estuve a prueba. Previamente tuve que pasar por un proceso de audición en el que participaron 200 clarinetistas de todo el mundo. Fueron cuatro días de una primera ronda, solamente ocho pasamos a la siguiente, después tres y finalmente dos a la final. Fue un proceso muy largo, no sólo estuve un año a prueba sino que tuve que ganar una audición. En ese año se tuvo que ver si encajaba bien en la orquesta y cómo era mi trabajo en realidad. Una cosa es una audición y otra es el desempeño diario de tu trabajo. Estoy muy contento y fui nombrado segundo clarinete porque era la plaza que estaba en concurso.

¿Qué es lo que define a la Philadelphia Orchestra?

Tiene más de 100 años y cuenta con una gran tradición desde su fundación. Es súper famosa por su sonido, es impresionante, no tengo palabras para describirla, hay que escucharla para saber de qué se trata el sonido de esta orquesta. Por ejemplo, nadie espera que el concertino lleve el liderazgo de la orquesta sino que todos los músicos contribuyen al maravilloso sonido.

¿Crees que tu trabajo en orquestas mexicanas contribuyeron a tu formación? ¿O no lo consideras así?

La verdad mi gran sueño fue tocar con la Orquesta Filarmónica de la UNAM por todo lo que conlleva, el nombre, la tradición, por la Sala Nezahualcóyotl y por la gran mayoría de músicos mexicanos que trabajan ahí. Además, mi maestro fue principal de la OFUNAM, así que siempre quise ser parte de ella. También trabajé en la Orquesta Sinfónica de Minería y, como se sabe, llegas por invitación. Es una orquesta buena y si ellos conocen tu trabajo, te invitan. Uno tiene que enviar currículums y decir de dónde vienes, así que ser principal de una de las mejores orquestas de México como la OFUNAM me dio acceso para poder concursar al puesto en la de Philadelphia.

¿Cuáles son las razones creativas y musicales para que un músico como tú desee ser parte de una orquesta y no sólo ser solista?

Mi caso, creo, es un poco especial. Empecé en una banda de pueblo, que toca en las misas, en procesiones religiosas, que ameniza fiestas. Empecé de cero, toqué “Las mañanitas” e iba a concursos de bandas. Luego comencé a tocar en la banda sinfónica de la Policía Federal, a tocar en cosas más grandes. Comencé a creérmela. Mis maestros me asesoraban y me decían que tenía aptitudes para hacer una carrera profesional en el extranjero. Traté de seguir lo que me dijeron, todo fue paso a paso: banda de pueblo, banda sinfónica, orquesta, otra orquesta, una orquesta en el extranjero. Esto me gustó y pensé que podía hacer cosas mejores. Uno sueña grandes cosas. No quiero decir que esto ya sea mi meta, creo que es mi paso y lo estoy disfrutando mucho.

¿Por qué elegiste el clarinete como tu instrumento?

Llegué por pura casualidad. Mi papá me propuso estudiar música a los 10 años, yo jugaba futbol y acepté para entretenerme en otra cosa. Sólo quería entender de qué se trataba la música, pero no sabía que mis papás ya tenían planes para mí y que ya habían hablado con los maestros para decirles que me apoyarían en cualquier instrumento que yo quisiera. Elegí trompeta, pero mi maestro no enseñaba ese instrumento, así que me dio a elegir entre el saxofón y el clarinete. Elegí saxofón, pero el maestro me dijo que si empezaba a tocar clarinete podría tocar los dos. Así empecé, le eché muchas ganas para empezar a tocar saxofón y al final sólo lo toqué un par de veces para sacarme la espina. No soy saxofonista.

¿Los concursos fueron también importantes en tu formación?

Sí, desde muy temprano me involucré en los concursos porque te sirven para saber en dónde estás parado, tanto nacional como internacionalmente, y te das una idea de a dónde puedes llegar. En algunos me fue muy bien, gané primero, segundo y tercer lugar; en otros no pasé a la final. En este ámbito musical en donde estoy compitiendo con los clarinetistas de todo el mundo tuve que decidir si seguía en concursos internacionales o seguía en una carrera que me permitiera estar en una de las mejores orquestas del mundo. Vi más viable optar por aquello que retribuyera y me durara para siempre.

En este último año ¿qué descubriste de ti mismo como intérprete?

Me conocí a mí mismo, todo este proceso me llevó a un tiempo de meditaciones. He descubierto hasta dónde puedo llegar, qué tan nervioso me puedo poner en una situación. He aprendido que llevo muchos años y que todo va a estar bien porque me he preparado. Estar en esto es como ser un atleta de alto rendimiento, que debes correr lo más rápido posible durante 100 metros, pero si tienes una estrategia y sabes cuántos metros corres y a cuántos segundos, todo va a estar bien. En una audición tu corazón late a mil por hora, pero nadie te prepara para estar en una sala con público en donde no hay fallas, por eso tienes que estar muy bien preparado, psicológica y técnicamente.

¿Crees que se debe fortalecer la enseñanza del clarinete en México?

El talento siempre ha estado, he viajado por todo el mundo y he conocido a clarinetistas de todos los continentes y creo que en México hay muchísimo talento desperdiciado. El talento se va por las alcantarillas y por el dinero fácil. Me apena decir que conozco a mucha gente que podrían ser de los mejores instrumentistas pero no hay apoyo. A mí me tocó tocar muchas puertas, en el gobierno municipal, estatal, federal, y nunca me dieron el apoyo. Entendí que si quería hacer algo, tenía que hacerlo por mí mismo.

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