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El premio Nobel de Literatura 2016, Bob Dylan, ha visitado México en varias ocasiones, la primera en 1973, que no fue para un show, sino para participar como actor en el western Pat Garret & Billy the kid. Después volvió en 1991, 1996, 2008 y 2012.

En su penúltima visita (2008), Sergio Mayer consiguió traer al cantante tras años de ausencia, en aquella ocasión el entonces actor logró vencer a Ocesa y Zignia Live —quienes también disputaban ser los promotores del evento— para traer al ahora Nobel de Literatura al Auditorio Nacional.

Además, Mayer, quien por aquellos días comenzaba como empresario de shows musicales, llevó al cantante de Minessota a boxear a la colonia Guerrero, experiencia que en su momento le pareció peligrosa, pero que hoy —a ocho años de distancia— lo recuerda como una de las mejores experiencias en su trabajo.

“Me pidió ir a boxear, el se quedó en uno de los hoteles más caros y exclusivos de México y decidió ir a hacer box al centro de la Ciudad de México, en una colonia del Centro donde él se subió al ring a entrenar. Él quiso entrenar ahí porque era un lugar popular y típico de la ciudad, pudo haber pedido el mejor gimnasio y no, él opto por lo popular, yo estaba temeroso por su seguridad pero no, todo salió de maravilla y en completa tranquilidad, ahora que lo recuerdo creo que esa experiencia es algo que no tiene precio”, precisa Mayer.

Pese a que Sergio dice que el músico de 75 años fue cortés con los asistentes al gimnasio Nuevo Jordán, recuerda que cuando trató de subir al escenario y cantar, Dylan fue una persona hermética y huraña.

Incluso su interés por no ser molestado llegó a tal grado que a la hora de firmar su contrato pidió algunas excentricidades que evidentemente le cumplieron.

“A la hora del show se encierra en su mundo, en su burbuja, una de las condiciones que pidió fue que teníamos que pintar su camerino hasta donde él se para en el escenario, para que caminara y sólo viera las flechas y nada más. Había que tener eso listo en el Auditorio Nacional y todo mundo tenía que estar adentro cuando él saliera de su camerino, nadie podría estar en los pasillos, es una persona bastante especial y por eso es quien es”, detalla.

“Feels like I'm knockin' on heaven's door, Knock-knock-knockin' on heaven's door” (“se siente como que estoy golpeando las puertas del cielo, golpeando las puertas del cielo”) es quizá uno de los estribillos más famosos de Bob Dylan, proveniente de la canción del mismo nombre. En el tema, Dylan habla sobre sentirse a punto de morir y estar llegando al cielo, un sentimiento con el que Sergio Mayer dice identificarse tras escuchar que el músico de “Like a rolling stone” recibió el Premio Nobel de Literatura.

“Saber que recibe un premio tan importante, que llevaban muchos años diciendo que nunca recibiría, es fantástico, me parece increíble que se lo hayan dado y más en vida. Estoy feliz porque nosotros lo trajimos a México después de años de ausencia y me llena de satisfacción haber sido aunque sea un poco parte de la historia de su larga carrera”, dice.

Hoy, Sergio Mayer atesora el gafete all access del tour y un par de fotos autografiadas por Dylan, la cuales guarda como un trofeo de un encuentro que le marcó la vida.

“Cómo persona es mejor ser humanos que lo que lo hacen lucir la gente que lo rodea, el manager nos decía que no habláramos o volteáramos a verlo, finalmente tuve la oportunidad de compartir palabras con él y me di cuenta que era muy accesible”, añadió. La última vez que Sergio Mayer intentó traer al cantante a México fue hace tres años, algo que no se concretó y afirma que en parte fue porque al ídolo, a su edad, cada vez le cuesta más trabajo salir de gira a lugares apartados.

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