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Un fisting en escena, pornografía, violencia, penes de plástico, amor, sexo y redención. Esto es algo de lo que habita en la ópera Bufadero. Ópera onírica en 12 cuadros para cuatro cantantes y un niño con tos, la nueva producción del proyecto Ópera Mexicana del Siglo XXI (OM21) que desde 2014 impulsa el Festival Internacional Cervantino (FIC) y que tras su estreno en la Ciudad de México el domingo llegará a la fiesta del espíritu el 13 de octubre.

OM21 es un programa de estímulo a la creación de ópera de cámara, es decir, de producciones de pequeño formato. Desde su creación se han invertido 2 millones 300 mil pesos en tres títulos: el primero: Bola Negra, de Marcela Rodríguez con libreto de Mario Bellatin (756 mil pesos); La creciente, de Georgina Derbéz con libreto de Paula Markovitch (860 mil pesos) y el de este año, Bufadero, con música de Hebert Vázquez y el libreto de Luis Ayhllón, con la dirección escénica de Alberto Villareal (680 mil pesos).

En comparación, una ópera de gran formato, como Romeo y Julieta, de Gounod, que produjo recientemente en Sinaloa la Sociedad Artística Sinaloense, costó 5 millones de pesos, mientras que en Los Puritanos, de Bellini, de la Ópera de Bellas Artes se invirtieron alrededor de 6 millones.

Con estas óperas de cámara en las que han participado jóvenes cantantes, algunos de ellos pertenecientes al Estudio Ópera de Bellas Artes del INBA, y otros experimentados, como Irasema Terrazas, se ha buscado una renovación temática y musical en la ópera nacional. En la primera se abordó la violencia en Ciudad Juárez, luego se trató el tema de la dictadura en Argentina. Ahora se busca retratar el hartazgo de la vida cotidiana y la lucha con nuestros deseos y demonios.

En esta edición del FIC, la nueva producción da un paso más y presenta una ópera bufa con elementos “grotescos” y “pornográficos” que buscan provocar a la audiencia y generar nuevos públicos. Pero los creadores y especialistas coinciden en que estos esfuerzos no logran posicionarse en la escena nacional porque, tras su estreno, son almacenados y pocas veces se vuelven montar.

“El género de la ópera adolece de un envejecimiento de su repertorio. Que se estimule la creación operística, como la hace el Cervantino, es fascinante. La ópera contemporánea puede ser atractiva en sus temas y en sus tratamientos musicales, pero se está topando con que no llega al público que gusta de la ópera, sino a una audiencia un poco virgen, de modo que estos títulos no están hallando un nicho para seguir representándose”, indica el crítico José Noé Mercado.

Por su parte, Christian Gohmer, director musical de Bufadero, señala que estos esfuerzos son titánicos y merecen ser reconocidos y vistos por el público. “Hay que buscar esquemas de coproducción entre las compañías, oficiales e independientes, entre los teatros y las orquestas que regularmente interpretan ópera”.

Puesta grotesca. Bufadero cuenta la historia del Señor X, que en un día de trabajo cualquiera en una oficina, la falla de una fotocopiadora se convierte en la fuerza que lo lleva a abandonarlo todo, que lo precipita a la calle para seguir sus sueños. Y durante su extravagante viaje es socorrido por un maniquí de Hugo Boss que le dona su ropa elegante y lo insta a convertirse en un hombre; se enamorará de una ex actriz porno con pretensiones de artista conceptual; se enfrentará a una despiadada banda de traficantes de droga y tendrá una entrevista con Dios.

“Me encantó el libreto de Luis, es muy dinámico, divertido, lleno de acción y de erotismo implícito, es un montaje que nada tiene que ver con la ópera tradicional; es, incluso, más cinematográfico. El personaje sale de su vida rutinaria y gris como burócrata y entra de golpe a una especie de viaje lleno de aventuras extrañas. Todo sucede como en un sueño o en una pesadilla. En la parte musical hay muchos estilos que, creo, le dan un gran dinamismo, para mí lo importante es que mi estilo estuviera presente, ya sea en jazz o en ragtime”, explica el compositor.

Luis Ayhllón, uno de los más importantes dramaturgos de su generación, indica que esta ópera fue concebida libremente sin ninguna consigna temática, aunque reconoce que si se percibe “quijotesca” es porque el Quijote lo marcó desde joven. “Es un privilegio trabajar con un compositor de la talla de Hebert. Su música siempre me ha parecido genial. La colaboración fue muy estrecha y directa”, sostiene.

Gohmer añade que en México no se ha visto nada igual porque se trata de una ópera que requiere de un público dispuesto a nuevas propuestas. “Hay escenas grotescas, pero cuando el público entiende de qué va, en el estreno la pasaron muy bien”. El elenco de Bufadero está integrado por Gohmer, Villarreal; Ensamble Tempus Fugit y los cantantes Rosario Aguilar, Carlos López, Rodrigo Urrutia y Óscar Santana. Se presenta el 13 y 14 de octubre en el Teatro Principal de Guanajuato.

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