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Las producciones de ópera en algunos estados de la República van en aumento. En el último año se han realizado al menos 15 óperas en ciudades como Mazatlán, Texcoco, León, Monterrey, Guadalajara, Tijuana y Mérida, con presupuesto municipal y estatal, así como de la iniciativa privada y asociaciones civiles; con elencos que privilegian el talento joven de cada entidad, pero respaldados con figuras nacionales de trayectoria internacional, como el tenor Arturo Chacón, la soprano María Katzarava y el bajo Noé Colín.

Prueba de ello es el reciente montaje de Romeo y Julieta, que estrenó la Sociedad Artística Sinaloense en Culiácán, bajo la dirección de Enrique Patrón de Rueda, con una inversión de 5 millones de pesos; poco menos de lo que costó la última producción del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), El viaje a Reims, que fue de 5 millones y medio de pesos.

Sin embargo, la recuperación de taquilla fue nula. Aun así, esta sociedad civil estrenará el 7 de julio La voz humana, de Poulenc, con María Katzarava, una de las sopranos que están construyendo una sólida carrera internacional. Mientras que teatros consolidados, como el Bicentenario de León, no sólo está apostando por producciones, también con una inversión que ronda los 4 millones y medio por cada una, sino también por conceptos que atraigan al público, como Ópera Picnic, con el que invita a ver en los jardines retransmisiones de sus producciones a fin de “reutilizarlas”.

Asimismo, apuesta por llamar a figuras de renombre, como Ramón Vargas, quien estrenará en Guanajuato Lucía de Lamermmor. Y, sobre todo, por títulos que en la escena mexicana resultan novedosos, desde Otello, de Verdi, que se verá próximamente en Guadalajara, hasta La paloma y el ruiseñor, de Bourland, sobre la vida de Ángela Peralta, que se estrenó en Mazatlán con un muy joven elenco, entre ellos el barítono Armando Piña, quien está por debutar en el Festival de Salzburgo con Manon Lescaut, de Puccini, con la soprano Anna Netrebko.

Al respecto, el crítico de ópera José Noé Mercado comenta: “Hay una actividad interesante en los estados porque hay personajes a los que realmente les interesa producir óperas, sus montajes, a diferencia de lo que hemos visto en Bellas Artes, están hechos con visiones menos acartonadas”.

Y agrega: “Las instituciones parece que hacen ópera por obligación, ofrecen espectáculos rígidos en títulos y en formatos; mientras que en Guadalajara, Monterrey y Chihuahua vemos que hacen ópera porque lo desean y su interés se nota en la frescura de las propuestas. Es muy estimulante que ya no todo dependa de Bellas Artes”.

Otro escenario en el mapa. La Sociedad Artística Sinaloense, dirigida por Leonor Quijada, se ha caracterizado por producir obras de teatro, espectáculos, conciertos y galas; después de casi 20 años de actividad llevada a cabo principalmente en la ciudad de Culiacán, se lanzó hacia un nuevo reto, el más ambicioso de su historia: la ópera.

El primer montaje fue Romeo y Julieta, de Gounod, encabezado por Arturo Chacón Cruz como Romeo, y el rol de Julieta fue alternado por Angélica Alejandre, egresada de la primera y segunda generación del Estudio de Ópera de Bellas Artes, y Karen Barraza, sinaloense que actualmente estudia en la Academia de las Artes Vocales en Philadephia.

El resto del elenco fue integrado por jóvenes cantantes, la mayoría formados y radicados en Sinaloa, algunos bajo la influencia del director de orquesta Enrique Patrón de Rueda, uno de los concertadores más autorizados en el mundo de la ópera.

“Nuestra ambición fue muy grande, queríamos hacer una producción de gran formato y fue lo que ofrecimos; ahora entiendo que un proyecto de esta naturaleza debe planearse con mayor anticipación para conseguir los recursos y así no dejarle al público el costo total de la producción”, dice Quijada.

Esta ópera que se presentó en febrero pasado tuvo una inversión de alrededor de 5 millones 400 mil pesos, vendió 80% de su taquilla y la recuperación fue de 1 millón 800 mil pesos, 1 millón 500 mil fue aportado por el gobierno del estado.

“La ópera es un arte subsidiado en muchas partes del mundo, pero nosotros somos un grupo ciudadano y logramos este proyecto porque trabajamos en colaboración con el Instituto Sinaloense de Cultura, pero el dinero es un tema muy complejo cuando quieres presentar cosas de alta de calidad”, agrega la promotora.

La promoción de la ópera fue otro de los grandes retos de esta asociación civil. Invirtieron en un par de espectaculares, en volantes, anuncios, en difusión en redes sociales, pero también ofrecieron charlas en empresas para explicar de qué se trataba y por qué sería una gran experiencia asistir a las funciones; y uno de los objetivos centrales fue el público joven. “Una de las cosas que nos ayudó fue el acercamiento a empresas, una nos compró prácticamente media función”.

La intención ahora es ofrecer esta producción a empresas o instituciones. “Este año se conmemoran los 400 años de la muerte de Shakespeare y nos encantaría que alguien comprara nuestra obra, pero nosotros mismos también estamos listos para contratar una obra completa, a veces esto es más económico que producir”.

Diversificar la ópera. El Teatro Bicentenario destaca en la escena mexicana por la calidad de sus montajes y realiza tres producciones cada año. Luego de reponer La Cenicienta, de Rossini, estrenará en agosto Lucía de Lamermoor, de Donizetti, protagonizada por Ramón Vargas como Edgardo, a quien se le verá por primera vez en este rol en México, un título poco frecuente en el país, y la soprano española María José Moreno como Lucia, así como José Adán Pérez, quien recientemente tuvo éxito en Nueva York; y en noviembre repondrán Madama Butterfly, de Puccini.

“Nuestra línea programática son las óperas de repertorio, con algunas excepciones, porque mucho de nuestro público se acerca a este género por primera vez”, explica Alfonso Escalante, director artístico del teatro.

Escalante también confía en que cada estado puede ser capaz de apoyar al talento nacional.

“En México podemos hacer ópera de buena calidad con cantantes nacionales, en La Cenicienta tuvimos a artistas como Óscar de la Torre, un tenor con una trayectoria en Alemania que significó su regreso al país; nuestro elenco fue redondo. En otras ocasiones también hemos apostado por cantantes nóveles locales, pero también con artistas internacionales de primer nivel, el equilibrio es importante, y nuestra apuesta es ofrecer ópera del más alto nivel a nuestro alcance”, dice Escalante.

La gran parte del presupuesto del teatro es estatal, 60%, otra parte la genera el propio recinto a través de la taquilla o de recaudación de fondos.

“La intención del teatro es presentar tres producciones nuevas al año, pero 2016 ha sido difícil para todos, por eso tuvimos que presentar reposiciones y decidimos reponer los títulos atractivos o que consideramos que hubo mucha gente que se quedó sin ver. Necesitamos de un respiro para no bajar el número de funciones y de producciones al que tenemos acostumbrado al público”.

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