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Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), encuentra “extremadamente interesante y válida” la exhumación de las cenizas del arquitecto Luis Barragán para elaborar un diamante que, incrustado en un anillo, es una de las 41 piezas de la muestra Jill Magid: “Una carta llega siempre a su destino”. Los Archivos Barragán, que el 27 de abril se inaugura en el MUAC.

Medina, que resalta la “valentía cultural” de los miembros de la familia Barragán que apoyaron el proyecto (aunque no fueron todos los herederos los que aprobaron la exhumación de las cenizas), asegura que desde 2015 se pensó en hacer la exposición de Magid en el MUAC, en la línea de proyectos que buscaran “infiltrarse en prácticas o instituciones sociales para desviarlas, hacerlas visibles y cuestionar sus bases”. La muestra, que estaba contemplada para 2018, se adelantó, en gran parte, ante la “reacción tan virulenta de un sector de colegas y escritores”.

“Nos parecía que era la artista que deberíamos tomar porque en uno de sus procesos tomaba el legado cultural local y el modo en que el patrimonio moderno cambia al pasar a estar bajo control de estructuras corporativas privadas internacionales, y cómo el derecho de autor está condicionando nuestra aproximación a una obra”, afirma.

El curador aplaude el proyecto de Magid que, asegura, cuestiona cómo, tras la compra del archivo, una persona, Federica Zanco, es al tiempo “dueña, archivista, portera y principal investigadora, funciones que suelen estar planteadas en distintas personas”.

Para debatir acerca del patrimonio moderno en manos del sector privado, de corporaciones, propósito de la exposición, ¿era preciso exhumar las cenizas de Luis Barragán?, se le pregunta a Cuauhtémoc Medina y dice:

“La pregunta ‘necesario’ (preciso) en el campo artístico no es algo que rime bien con la idea de creativo, hay un momento en el proyecto en que los participantes dan un salto creativo a plantearse este intercambio. ¿Hubiera habido otros métodos? La respuesta es que hay muchas obras posibles, pero las obras de arte se enfrentan en relación a su existencia”.

—¿Es creativa o provocativa?

—Las dos cosas no son opuestas. Yo creo que fue diseñada con la óptica puesta en la relación epistolar y de actos entre la artista, la familia Barragán, la Fundación Barragán y Federica Zanco; la obra no estuvo hecha calculando los efectos de manejo de prensa. Para mí, ha habido una serie de posiciones que me han dejado boquiabierto. El trabajo de la artista no se hizo como provocación mediática.

Acerca de si cuestionó y desestabilizó el poder en torno a ese archivo, que ha sido otro propósito de este trabajo, Medina responde: “Mi opinión es que todo esto que está ocurriendo tiene la forma de una desestabilización”.

—¿De qué manera?

—Porque hay una discusión sobre si es legítimo el modo en que operan los patrimonios culturales bajo estructuras o fundaciones, y porque la fundación ha tenido que hacer ajustes: ahora hay guías de acceso y consulta en el sitio. Si lo que quieres decir con “desestabilización” es “los archivos han regresado”, te puedo decir que el proyecto, y está escrito, plantea tres años para la propuesta, el intercambio está sobre la mesa; si no se cierra el trato habrá una discusión sobre qué se hará con la pieza una vez que la oferta haya sido declinada.

—Hay varios investigadores, colegas suyos, que sí han podido acceder a los archivos de la Fundación Barragán...

—Una peculiaridad de esa lógica es que genera acceso bajo una lógica de privilegio y quien tiene acceso se siente agradecido, puede serlo hasta públicamente. Hay multitud de otras voces que no han tenido acceso; la artista no tuvo acceso, y ese fue su punto de partida. Te advierto que hay una multitud de instituciones que lo plantean en voz baja porque, enemistarse con estas estructuras no es algo que sea conveniente. A diferencia de las de orden público, donde la presión pública las obliga a hacer cosas, las del sector privado son bastante inermes a eso.

El curador aclara que la exposición que presentará el MUAC es diferente de las expuestas en las cuatro fases del proyecto que Magid inició en 2013.

Al termino de la entrevista, sostiene: “Me inclino ante una serie de familiares de Barragán que tienen una enorme valentía cultural —yo toco el piso con ellos—, para hacer una obra que plantea una enorme inventiva de cómo entrar en una negociación. Después tarda año y medio encontrar otros miembros de la familia que la prensa toma como tema. Es una familia de avanzada estética, muy por encima de los objetores que son miembros de mi comunidad intelectual”.

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