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“Juan Bañuelos legó un movimiento social a partir de las letras. Toda una crítica”, afirmó Cecilia, una de las hijas del poeta, ensayista, editor y catedrático universitario fallecido el pasado miércoles a los 86 años, víctima de una neumonía atípica respiratoria.

Cecilia Bañuelos, dijo en representación de su familia, que lamentablemente a su papá se le complicó una tos con una neumonía. “Empezó con una tos, pero se complicó con una neumonía atípica respiratoria que normalmente se presenta en adultos mayores y que es más difícil de superar. Eso aunado a otros antecedentes que ya traía mi papá, de arritmias, desencadenó en un cuadro bastante grave que no le permitió salir adelante”.

Juan Bañuelos (Tuxtla Gutiérrez, 6 de octubre de 1930), quien fue autor de poemarios como Escribo en las paredes en Ocupación de la palabra, Espejo humeante, No consta en actas, Destino arbitrario y Vivo, eso sucede, estaba ya bastante retirado de la vida pública desde hace varios años y prácticamente ya no escribía.

“En los últimos cuatro años mi papá ya no estaba tan activo como en las anteriores épocas, en realidad se dedicaba a leer, a estar enterado de la situación del país, pero tranquilo, más alejado de los recitales aunque ciertamente sí estuvo acudiendo a varios pero ya asistido, ya no por su cuenta, ya tuvo que ser ayudado por una de mis hermanas, daba algunos talleres sobre todo, como siempre a él le interesaba trabajar con los jóvenes, hacer una labor que siguió haciendo hasta el final, motivando a los jóvenes para que reflexionaran en torno a la cuestión de la crítica social a través de las letras, que es lo que mi papá supo hacer”, señaló Cecilia Bañuelos.

La hija del poeta, dijo ayer en entrevista durante el sepelio a su padre, que a Bauelos le interesaba mucho en cómo incidir en la consciencia social, en la conciencia de los derechos de los pueblos indígenas y de la propia cultura y en la riqueza que tenemos como país y obviamente como chiapaneco y de la región del sureste. “Él siguió trabajando en todo momento en ese camino, motivando a los jóvenes, promoviendo una posición autocrtítica y crítica de nuestro entorno y siempre ante todo de la defensa de los pueblos indígenas”.

El poeta cuya obra abunda en la defensa de los pueblos originarios, y en 1994 defendió el Levantamiento zapatista y por lo cual fue titular de la Comisión Nacional de Intermediación, que organizaba las mesas de diálogo entre el gobierno mexicano y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en los últimos años de su vida ya no podía hacer un balance de la situación del país, tal como afirmó su hija.

“Yo creo que más bien ahí ya mi papá perdió como el contexto. En algún momento todavía los medios de comunicación se acercaban a él a consultarle ante un acontecimiento político o suceso, le pedían opinión pero como empezó a devenir esta cuestión de demencia, de pérdida de lucidez, empezó a perder el contexto, y ya después ya no opinaba muy a detalle, él seguía revisando los periódicos, pero siempre es importante el contexto, la parte histórica, yo creo que él ya ni siquiera estuvo tan consciente, por ejemplo, de la desaparición de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa”.

Cecilia Bañuelos aseguró que su padre prácticamente no dejó material inédito, sin embargo dijo que tenía unas manías “bien chistosas de escribir en papelitos, como los artistas que tenía notas porque de repente llegaba por la insiración o ‘bajaban las musas’ como él decía, entonces es muy probable que él haya dejado algunas cosas escritas, es lamentable que la mayoría de sus hijos, nosotros, no nos fuimos por las letras, somos más de las ingenierías y la ciencia, es chistoso porque yo puedo a lo mejor descubrir algunos versos, algunos poemas que haya dejado pero tendríamos que acercarnos a gente de letras para ver si realmente se puede recuperar cierta obra de mi papá, si es que la dejó”.

Ayer sus restos fueron velados durante todo el día en una funeraria de la colonia Juárez, hasta donde llegaron algunos amigos, como Jaime Labastida, quien compartió con él la creación e impulso de La espiga amotinada una edición de poesía en la que participaron también Óscar Oliva, Jaime Augusto Shelley y Eraclio Zepeda.

Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, y Silvia Molina, en representación de la directora general del INBA, Lidia Camacho, manifestaron su interés de rendirle un homanaje póstumo a Juan Bañuelos.

Molina, quien se desempeña como Coordinadora de Análisis y Seguimiento de la dirección general del INBA, dijo que Juan Bañuelos es uno de los mejores poetas mexicanos. “Juan tenía muchas facetas y una era la del luchador social, pues indudablemente siempre muy firme en sus ideas y lo expresó también en su poesía. Entre sus facetas habló del amor, el desamor, la naturaleza y por otro lado también la musticia social porque la expresó también en su poesía”.

También dijo que fue un importante formador de poetas no sólo en la Ciudad de México sino en varias ciudad del país. “Fue un hombre muy sencillo, muy directo, de ideas muy firmes”.

Los restos del poeta chiapaneco fueron cremados ayer a las 7 de la noche, su esposa e hijos aún no definen donde serán depositadas sus cenizas.

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