El Quijote es un personaje tan poderoso y tan presente en el inconsciente colectivo que, incluso sin haber sido leído, es conocido por la gran mayoría de las personas, por eso sigue siendo necesario fomentar la lectura del libro de Miguel de Cervantes Saavedra, coincidieron los especialistas cervantinos José Montero e Ignacio Padilla, durante la mesa "Cervantes entre nosotros" que hoy se llevó a cabo en el Centro Cultural Universitario, en el marco de la octava edición de la Fiesta del Libro y la Rosa de la UNAM, con el que se celebra el Día Internacional del LIbro y el Derecho de Autor.

En el diálogo que se llevó a cabo para conmemorar los 400 años de la muerte de Cervantes, Montero, autor de más de un centenar de publicaciones sobre todo de tema cervantino, explicó que El Quijote ha resistido a inmerables interpretaciones.
"Miguel de Cervantes Saavedra fue un gran escritor que supo encontrar una magnífica combinación entre lengua, estructura, artificio y genialidad que le ha permitido mantenerse a la cabeza de todos los escritores de la tradición occidental durante cuatro siglos", dijo Montero. 
Por su parte, Ignacio Padilla, quien recientemente publicó la obra Cervantes & Compañía, sostuvo que la visión que hoy conocemos del libro, fue impuesta por los románticos alemanes. 
"Ellos lo leyeron sin sentido del humor y crearon la idea de que Don Quijote era el arquetipo del ideal y Sancho Panza de lo real. Ahora, que conmemoramos los 400 años de la muerte de Cervantes, podríamos quitarle ese óxido y anquilosamiento para volver a mirar la obra como algo más complejo", explicó Padilla.
Agregó que la palabra "quijotesco" o "quijotada" se refiere a un idealismo destinado al fracaso que el propio Cervantes quiso que trascendiera, pero sólo se redujo al idealismo. "El Quijote es, en realidad, muy violento, en su momento sorprendió mucha gente como Nabokov, para mí es el gran libro de la amistad, es un libro profudamente triste, melancólico y con mucho sentido del humor". 
Montero añadió que se han creado diversos mitos sobre la obra, por ejemplo, Sancho Panza, en realidad, no era un hombre de baja estatura y regordete, sino un hombre de largas piernas. "Los textos nos proporcionan sorpresas que uno no se cree, por eso hay que leer El Quijote.
El especialista detalló que se está tratando de volver a la lectura de un Quijote con un origen, esencialmente, cómico, pero, reconoció, el humor contemporáneo ya no es capaz de reírse de los golpes que recibe Don Quijote. "Hace 400 años era gracioso, ya no lo es".

sc

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