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Bartolomé Costa-Amic llegó a México en los años 40 después de haber escapado de un “campo de concentración” patrocinado por el régimen franquista en España. Sólo traía un dólar cosido entre las ropas, “que gastó en un filete con papas”, recordó su hijo Bartomeu.

Desde entonces, Costa-Amic padre inició una larga carrera en la industria cultural, cuya punta de lanza fue la editorial que lleva su apellido y que, con miles de libros lanzados, vio nacer publicaciones de valor histórico, como El señor presidente, del premio Nobel Miguel Ángel Asturias, y que cobijó durante años a toda una camada de autores que escribieron bajo seudónimos, publicando novelas fundamentales para la comunidad gay, como Los inestables, de Alberto X. Teruel, y 41 o el Muchachos que Soñaba en Fantasmas, de Paolo Po (el poeta Manuel Aguilar de la Torre).

“Publicamos varias novelas de carácter homosexual. Algunas que recuerdo se llamaban La máscara, El profesor, A mi manera, la de Teruel y las tres de Po (41, Los tarados del siglo XX e Historia de un millón de muchachos)”, expresó Bartomeu Costa-Amic, actual titular de la editorial luego de la muerte de su padre en 2002.

A la par de su labor enfocada a publicaciones arriesgadas, la editorial sufrió fuertes golpes: la pérdida física de la mayoría de sus libros publicados, la muerte de su fundador, la interrupción de la producción por unos años y la quiebra, que ha estado latente en varias ocasiones. “Quiero reeditar muchos libros que publicamos en otras décadas (los de autores anónimos), esto implica ciertas complicaciones. La editorial ha pasado por todas las tragedias posibles. Hace tiempo me enfermé y se perdió la continuidad de publicación”, dijo.

Para Bartomeu, el mundo editorial se ha transformado en una actividad alejada de su esencia, “Los corporativos desdibujan la imagen del editor. Tengo la idea de que ser editor es una cosa para presumir. Una profesión un poco rara y ahora se desdibuja, porque los que trabajan en Planeta, en Grijalbo, ya no son editores. No sabes si a quien le vendes tu editorial sabe leer”.

El editor describe que, al igual que lo hacía su padre, él interviene en todo el proceso de creación de un libro, desde la revisión del manuscrito hasta el producto final, en el diseño de portada y el prólogo, “no dirijo las ediciones de forma ligth. Trabajo al menos 12 horas”.

El éxito. Como una crítica a los bestsellers, Costa-Amic piensa que no hay una fórmula para alcanzar el éxito, “¿qué elementos puede tener un libro para venderse mucho? Un romance, un episodio de violencia, una escena sexual explícita, y resulta que tiene todo eso y no se vende, aunque el libro sea importante”, expresó el editor.

“Si publicas El principito, claro que se va a vender, porque al niño se lo van a pedir”, dijo Costa-Amic, quien recordó cómo ciertos libros han sido sorpresivos éxitos, “un ejemplo es Juan Sánchez Andraka. Vino la Ciudad de México por un trámite. Se metió en el hotel Salvador, y como no le arreglaban su asunto, le dio la ropa a lavar a la mucama, ella le dijo que al ratito se la traía, y él escribió durante ese tiempo libre una novela que se llamó Un mexicano más. Ese libro lleva décadas publicándose”.

“Creo que una obra publicada deja de pertenecer al autor, y se hace un binomio entre el lector y el objeto. Si el autor puede hacer empatía con el lector, el texto tendrá éxito”, opinó.

Pero también habló de las publicaciones polémicas y críticas. “El primero que hizo mi padre fue Retrato de Stalin, de Victor Serge”, incómodo para el Partido Comunista de la segunda mitad del siglo XX. “También publicamos libros contra los gobiernos de Echeverría y Díaz Ordaz”.

A futuro. La editorial vela por la diversidad de creencias, ideologías y sexualidades en sus publicaciones. Entre los planes está una revista llamada “Homo electus”, de “hombre que elige”, y momo, referente a la homosexualidad, “Tenemos que adecuar a las nuevas realidades sociales. A través de la revista van a encontrar nuevos títulos, donde se van a revelar nuevos conflictos”, adelantó.

Costa-Amic dijo sentirse optimista por el futuro de su editorial, con varios títulos en puerta y tratos con universidades y organizaciones académicas y culturales para mantenerse a flote. El editor se siente orgulloso del mensaje que él y su padre han compartido, con libros que, expresó, “han conmovido ‘las buenas conciencias’ de México”.

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