EL UNIVERSAL recordó esta noche a la escritora, historiadora, traductora y poeta mexicana Esther Seligson, a cinco años de su muerte, con una mesa redonda titulada “Esther Seligson: en el jardín de la palabra”, en la que participaron José María Espinasa, Adriana González Mateos, Geney Beltrán Félix y Vicente Alfonso,  con la moderación de Julio Aguilar.

El encuentro entre amigos y lectores que se llevó a cabo en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes fue organizado por el suplemento cultural Confabulario de EL UNIVERSAL, en el marco de su segundo aniversario y como complemento de la edición especial que dedicó a Seligson en su número 90, del 22 de febrero pasado.

La narradora Adriana González Mateos brindó una semblanza de Esther Seligson,  considerada una “autora de culto” y una “escritora para escritores”, con una obra literaria que “ha circulado muy escasamente y también se ha estudiado poco”.

"Pese a formar parte de un medio artístico asociado a posiciones políticas libertarias su literatura es decididamente elitista. Es una escritora culta capaz de afirmar en una entrevista que la 'literatura no está escrita para los ignorantes, lo siento muchísimo, un inculto no puede leer nada'. La cito: 'Cuánta gente me dice que escribo muy difícil, es que no te entiendo, qué quisiste decir aquí. Un día me llamó una estudiante de Letras y me dijo que leyó mis libros y no entendió y quería que le explicara, le contesté que si no entendía no me leyera ni escribiera nada sobre mí, no tenía por qué explicarle nada, hagan de cuenta que estoy muerta. La literatura es de todos, menos de los ignorantes'.

Por su parte, el editor de la sección cultural de EL UNIVERSAL,  Julio Aguilar,  refirió que conoció a Seligson en la redacción del suplemento cultural Sábado que dirigía Huberto Bátiz.

"Tenía un espíritu muy difícil, por eso se llevaba bien con Bátiz. Los dos eran de pensamiento libre, heteroxo. Era muy interesante escucharlos hablar de todo tipo de temas. Me atraía su personalidad, no hacía relaciones públicas, se dedicaba a escribir, a trabajar, a leer, decía lo que pensaba, algo que a veces es peligroso en el mundo en general y en el mundo literario en particular", comentó.

El narrador y crítico literario Geney Beltrán, albacea literario de Seligson aseguró que la obra de la escritora es "orgullosamente reacia a la etiquetación genérica. Por eso ha sido vista en tanto difícil o exquisita, pero no, lo que ocurre es que leerla exige un pacto absorbente, su lectura no es posible solamente como ejercicio escapista y a cambio entrega una percepción dilatada de la experiencia humana".

El editor de la obra de Seligson, José María Espinada, sostuvo que los intereses de la poeta que colaboró en numerosos diarios de México y revistas y tradujo, entre otros, la obra del filósofo Emile Michel Cioran, eran vastos. "Por formación y por vocación le interesaba la filosofía, la historia, las religiones, sus intereses eran enormes. Teníamos enormes coincidecias literarias", dijo.

El coeditor del suplemento cultural Confabulario narró sus experiencias como estudiante de Seligson. "No es una autora a la que pueda uno acercarse facilmente, por un lado no todos los títulos de su obra están disponibles, pero por otro los libros reciben con un alto nivel de exigencia a sus lectores potenciales. No obstante, tras resistir a ese desconcierto inicial suelo encontrar una interlocutora generosa y profunda, dispuesta a dialogar sobre muchos temas que para otros autores resultan invisibles", comento.

Al término de la charla, se realizó una lectura dramatizada de Úrsula Pruneda, quien además compartió experiencias personales a lado de la autora de "Otros son los sueños" y "Luz de dos".

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